México es un país en transición y en crisis. Como mexicanos, estamos viviendo en un momento crítico y a la vez muy delicado. Nos hemos lanzado a la experiencia de la democracia sin haber diseñado los pilares de un nuevo “régime”, ni el perfil de los líderes que lo tendrían que llevar a cabo. No hemos encontrado ninguna personalidad que represente cabalmente y honestamente el anhelo de nuestro pueblo. Queremos el cambio, pero no hemos querido asumir, como sociedad civil, nuestro papel histórico para lograr el cambio y, aunque sabemos más o menos para donde tenemos que dirigirnos, no hemos hecho más que lanzar muy buenas ideas al aire, pero no hemos logrado el absoluto consenso necesario para ello.
Podemos entender que el mexicano se sienta impotente frente a la política. Nadie puede negar que durante 70 años hubo un solo partido, y aunque la violencia –comparada con otros países que viven la misma situación– fue menor, es necesario reconocer que seguimos cargando con las consecuencias de nuestra historia y nuestra idiosincrasia. Hoy, por ejemplo, nos parece mucho más fácil criticar anónimamente que proponer acciones concretas de cambio. Incluso los políticos llenan sus campañas de críticas a los oponentes, y la ciudadanía discute felizmente de las críticas y contra-críticas: si te “clavas” un rato en el twitter podrás comprobarlo. Como mexicanos, nos encanta la crítica, el insulto desde la trinchera, la “grilla”, en pocas palabras, pero pocos tomamos el riesgo de participar positivamente como activista o de crear políticas públicas desde una curul de legislador o implementarlas desde un cargo en la administración, porque se nos borra muy fácilmente el concepto de bien común.
En ese contexto nacional, me interesé mucho desde hace varios años por una figura pública, Martha Delgado, actual Secretaria del Medio Ambiente del Gobierno de la Ciudad de México. Martha ha sido activista, diputada y ahora es funcionaria. Decidí entrevistarla en ese momento crítico de la historia de nuestro país y cuando estamos a punto de cambiar de gobiernos tanto federal como de nuestra ciudad.
Martha Delgado me recibe en su oficina de la Secretaría del Medio Ambiente en el Zócalo de la Ciudad de México. Martha es una funcionaria con cualidades pocas veces encontradas en una funcionaria de gobierno. Trabajadora, sencilla, eficaz, honesta, integra, humilde, muy exigente con su gente, pero sobre todo consigo misma. Lo sé porque he estado en ocasiones muy cerca de ella en los tres momentos de su carrera: activista, diputada y ahora funcionaria pública. Siempre me ha sorprendido su candidez y su forma de afrontar la vida. Ahora, desde el gobierno, se ha vuelto incluso más directa en su proyección y también mucho más centrada y realista. Martha sabe muy bien que el ser funcionaria de gobierno no es tarea fácil. Es consciente de que aunque en su corazón tiene un ideal acerca de la Ciudad de México y de su país, en la realidad se tiene que enfrentar con una realidad política, administrativa y económica compleja, y con un montón de opiniones que no siempre concuerdan con la suya. Aun así, Martha se propone metas claras y obtiene resultados muy palpables.
De nuevo, esto es más fácil verlo desde afuera que desde adentro. Cuando mi hija, que vive fuera del país, regresó por primera vez a la ciudad después de seis años fuera, se sorprendió del mejoramiento del transporte público con el Metrobus, de la cantidad de bicicletas y de la limpieza en las calles. Claro que estos cambios son resultado del esfuerzo de muchas personas. Pero nos debería dar mucho gusto saber que Martha ha impulsado políticas públicas que han impactado fuertemente en la cultura urbana.
Martha fue por muchos años una activista medioambiental en México, y gracias a ello ha podido experimentar a diario el valor de la democracia y sus libertades. Cree firmemente que los ciudadanos son los promotores más importantes del cambio constante en la comunidad local y urbana, a nivel nacional y global, y sabe que en el momento que la ciudadanía despierte, participe, negocie y asuma su papel, el gobierno va a cambiar. Por su experiencia profesional de vida, se considera una conocedora de las problemáticas ambientales y está firmemente convencida que puede aportar su talento en estos temas a través de la función pública.
Después de cinco años en el gobierno de la Ciudad de México como Secretaria del Medio Ambiente, yo quería saber cuál era su perspectiva personal del trabajo llevado a cabo al frente de la institución; hacia donde proyectaba su misión ahora que los tiempos electorales se acercan. Lo que más me sorprendió es su congruencia. A pesar de haber sido durante años una activista de la sociedad civil, hoy asume sin dudar un solo instante su papel en el gobierno. Ante mi insinuación acerca de la imposibilidad de combinar el activismo con un papel en el gobierno, ella me responde tajantemente: “¡Me encanta la función pública!”
JHS: “¿Porqué?”
MD: “Porque aunque trabajar en el gobierno es una tarea extremadamente complicada, lenta, burocrática, con muchas trabas, en dónde todo, absolutamente todo cae en el peligro de politizarse, siento que el gobierno es una excelente herramienta para lograr muchos cambios que añoramos. Si me quedara en la mentalidad activista de estar en contra del gobierno, reproduciría esa desconfianza ancestral que impide que avancemos. Me quedaría partida entre una buena intención y el miedo a realizar algo concreto. Por eso es muy importante estar consciente de que el estar al frente de una responsabilidad como funcionaria pública, exige resultados que hay que aportar a la ciudadanía, ya que estamos al servicio de la sociedad. Estoy absolutamente consciente que no plasmaré la totalidad de mis sueños, pero avancé y avanzaré. Ahora bien, lo que tenemos que ir cambiando a pasos de gigante es nuestra cultura tanto como ciudadanos como políticos en el poder. Pero para ello la sociedad civil debe exigir, empujar, crear, influir; tener un impacto sobre el sistema. Si no, te puedo garantizar, que así nada más y por inspiración personal, los políticos nunca van a cambiar. Los ciudadanos deben vigilar a sus gobernantes. Como funcionarios, debemos recordar a nuestros equipos de trabajo, a nuestros colaboradores, a nuestros compañeros de gobierno, que estamos aquí para servir y dar resultados, y por otra parte recordar que también somos ciudadanos y sobre todo que en este momento de nuestras vidas, en calidad de servidores públicos, representamos a la ciudadanía.”
Martha continúa diciéndome con mucha pasión:
“Es obvio también y estoy totalmente consciente de que no voy a poder realizar todo lo que me había propuesto personalmente, porque así son las realidades y me tengo que supeditar a esas mismas realidades, tanto de presupuesto y administrativas, como políticas, sin olvidar una cierta consistencia con los lineamientos de otros programas del Gobierno del DF y con los del mismo Jefe de Gobierno. A él le debo sin lugar a dudas mi lealtad. Él ha depositado en mí su confianza para colaborar en su proyecto, y se merece la mía. No podría trabajar en un equipo de trabajo y no estar de acuerdo con los lineamientos fundamentales que se diseñan por mi jefe. Si no me parecieran esos fundamentos tendría, por honestidad personal, que retirarme de mi responsabilidad.”
“El método para servir a mi ciudad consiste en encontrar vías de cogestión inteligente con la sociedad civil, de manera pacífica, ordenada y enfocada a los resultados para todos los que formamos esa sociedad civil. En general, ya no podemos tomar decisiones desde arriba sin haber consensado con los ciudadanos, aunque a veces por cuestiones de consistencia con todos los programas es necesario tomar medidas difíciles. Cuando digo inteligente, pienso que todos los temas pueden ser abiertos y que se debe de pensar en todos los ciudadanos. No es consensar por consensar; es realmente escuchar a la ciudadanía para enriquecer el quehacer público. Nadie tiene la razón absoluta y es solamente con una comunicación consciente, no-violenta, sin insultos, ni grillas, que lograremos avanzar como sociedad. Hay que trabajar para las grandes mayorías y es difícil encontrar el justo medio. Hay que instituir medidas de contrapeso a los múltiples intereses particulares, porque esa es la función de un gobierno. Y a veces esas medidas no gustan a algunos, y sí a otros.”
“Sería catastrófico gobernar para checar al día siguiente la temperatura de las encuestas. También sería peligroso no tomar en cuenta el camino pacífico del consenso. Gobernar es complicado y a veces desesperante, como te decía, pero para una persona como yo que le apasiona ver cómo se van concretando los proyectos en la realidad, es apasionante. Lo importante es guardar un sano equilibrio entre idealismo y realismo y no frustrarse por no lograr todo. Puedo decir que con el ejercicio del poder, he aprendido mucho y que me he alejado de los extremismos. Entiendo cada vez más la dificultad de mantenerse en el extremo del equilibrio, del justo medio y eso para incluir de la mejor manera posible a todos. A veces fallamos, otras, acertamos”.
JHS: Después de esa introducción para entrar en materia, te quisiera preguntar Martha: ¿Estás satisfecha con lo que se ha logrado hasta ahora en materia de medio ambiente en la Ciudad de México y que falta por hacer?
MD: “Como te acabo de mencionar, no se puede lograr todo, pero en términos generales se ha logrado mucho. Tampoco podría hablar de satisfacción a secas, pero he hecho lo que tengo que hacer. Trabajo, y no quisiera ser arrogante tampoco, pero hago bien lo que hago. Lo que me tocó y toca a mí hacer, lo hago. Soy responsable y no me da miedo decir que si todos hiciéramos lo que nos toca hacer, ¡otro sería nuestro cuento!”
“Todos somos responsables y corresponsables. Te quiero contar una anécdota. Ayer fui a un evento en el Observador de la Torre Latinoamericana y alguien me dijo: ¿Usted, como autoridad, qué hace para el medio ambiente? Le contesté: “como ciudadana: hago lo que tengo que hacer. Hoy llegué en bicicleta a este evento, por ejemplo”. Martha sigue diciéndome con esa mirada penetrante y con esos ojos brillosos de felicidad: Es cierto que como funcionarios y autoridades somos responsables de las políticas públicas y de llevarlas a cabo dentro de la ley, así como de proponer nuevas leyes ; pero eso no es toda la solución. Como gobierno no vamos a cambiar al sistema; es la sociedad civil quien logrará que se dé el cambio. Tengo que trabajar y trabajar duro en mi tema [el medio ambiente], tengo que hablar con la gente y hacer que todos tomemos nuestras responsabilidades. Pero no esperen todo del gobierno, porque el cambio ¡no se va dar así!“
“Sí, me siento satisfecha, aunque reconozco con mucho entusiasmo que falta mucho por hacer. Necesito, antes de terminar esa administración (2006-2012), concretar y aterrizar todo lo que se ha empezado. Necesito cuajar lo que queda por hacer. Tengo que entregar mi oficina en el estado que me hubiera gustado encontrarla cuando inició mi administración. ¡Así les pedí a mis colaboradores hacerlo y tengo el firme propósito de cumplir con esas tareas!”
JHS: Martha, me impresiona tu claridad y creo que impresionará a muchos más. Eres muy honesta en tu gestión, pero como siempre algún@s te critican: ¿Qué me dices al respecto?
MD: “Las críticas son inherentes al ejercicio de la función pública. Y muchas veces son muy útiles. Tenemos que crear nuevas avenidas de participación de la ciudadanía. Las estamos generando, pero como sociedad hemos sido tímidos en ese sentido. Nos hace falta ser más creativos y más abiertos. Tenemos mucho miedo y somos muy defensivos. A la hora de tomar responsabilidades, ya no las queremos tomar. Obviamente no faltan quienes critican por criticar, grillan y desprestigian sistemáticamente – ¡son deportes nacionales! Podemos entender con esa actitud porque hemos mantenido en nuestra sociedad mexicana un ambiente y una cultura de corrupción. Por eso lo primero que se tiene que lograr es que la sociedad misma cambie sus hábitos y presione para que la corrupción desaparezca.”
“Lo segundo es que cada funcionario se reconecte con una ética de servidor público, pero de nuevo esto no ocurrirá si la sociedad no se lo exige. Personalmente sostengo una vida espiritual personal nutrida y eso me permite mantener mi ética personal. Pero sé muy bien que no es siempre el caso. Practico yoga y medito cuando el tiempo me lo permite y me ayuda mucho. Por otro lado he aprendido a no sentirme aludida y a no tomar personalmente los ataques personales. Porque sé lo que hago. Pero obviamente estoy también muy consciente de que me puedo equivocar y trato de imponerme una actitud de humildad – si algo de humildad tiene el decir esto. Creo que eso es lo que me permite ser abierta a escuchar lo que se me propone. Siempre estoy atenta a recibir propuestas con soluciones víables y estoy convencida que entre tod@s lograremos mejorar. Así lo hago con mi equipo de trabajo, y así lo hago con quien quiere hablar conmigo. Es una disciplina que cualquier funcionario se debería de imponer. Es parte integral del ejercicio de la función pública como la concibo.”
JHS: Martha: ¿cuáles son tus tres prioridades de vida?
MD: “¡Mi familia, mi ciudad y ser una mejor persona!”
JHS: ¿Cuáles son los tres valores que atribuyes a tu persona?
MD: “Congruencia, Eficiencia y Honestidad”
JHS: ¿Cuáles son las causas que han moldeado tu historia y con las cuales te sigues sintiendo identificada?
“Pues están los temas ambientales como una prioridad. Me interesan las soluciones innovadoras para el cambio climático, sobre todo el tema de transporte y movilidad urbana. En este sentido el diseñar transportes públicos no es nada más una cuestión técnica con el objetivo de que más personas puedan transportarse. Aunque esto es importante, en realidad lo más trascendental del transporte es que con él se puede cambiar el paisaje de los espacios públicos. Debemos diseñar estos espacios públicos totalmente conscientes de que ciertas formas incentivan más a la convivencia que otras. Debemos diseñar espacios vivibles pensar en el bienestar de los ciudadanos—espacios para la Tercera Edad, la cultura, la creatividad. Espacios que sean “vivibles” (Liveability)”.
“También un tema que se me hace fundamental es la Economía Verde. En el fondo es el tema del consumo responsable y consciente. Necesitamos reestructurar la producción para que evite la transportación excesiva de los productos; tenemos que recrear la “localización” de una producción orgánica de alimentos que no cause contaminantes industriales. Tenemos que usar todas las herramientas de las tecnologías y particularmente de las de la información para generar procesos virtuales y bien planeados de fabricación, empaques, logística y no contaminantes que se derivan de un sistema postindustrial neocapitalista. El sistema tiene que estar basado en la previsión de la distribución en cuanto a demanda localizada geográficamente y no en la oferta mal repartida, con todos los desperdicios y la especulación que ello provoca. Es un malentendido creer que el consumir responsablemente y menos productos se contrapone al crecimiento económico. La economía verde genera nuevas oportunidades de negocio y de crecimiento económico. La equidad económica no se logrará a través de los subsidios, sino a través de la creación de nuevas relaciones económicas que generen nuevas oportunidades con una nueva lógica y una nueva razón en la sociedad. Por ejemplo, podemos inventar un sistema de “monetarización” de la basura en el cual se pueda canjear deshechos reciclables orgánicos o inorgánicos por bonos que te permitan solamente comprar alimentos o mercancías orgánicas producidas localmente. Ya pronto tendremos un programa piloto de este tipo. En este tema nuestro éxito estará en la innovación de nuestras relaciones económicas. Tengo mucha fe en que si somos creativos, lograremos crear una nueva economía verde”
JHS: Dentro de todos estos temas “verdes” ¿cuál sientes que es el tema con el cual quieres seguir comprometida?
“El tema de las bicis. Definitivamente las bicis. Creo que las bicicletas son LA clave para cambiar muchas cosas en este país; las bicis generan un cambio de actitud en los ciudadanos que después se puede traducir a otras esferas de la vida ciudadana. Usar una bicicleta implica cierto esfuerzo físico—pero implica también compromiso con el no querer generar más contaminación y con el querer cambiar nuestra sociedad a algo más positivo empezando primero por nuestros propios hábitos. El uso de las bicicletas como en el programa Ecobici además implica que podemos compartir, como sociedad, ciertos bienes; que podemos consumir con diferentes patrones.
“La bici, aunque fue inventada antes del coche, es un paso a la civilización –es la manera inteligente de moverte porque te da libertad, porque es económica y porque te da una cantidad impresionante de salud física y mental. La bici en la Ciudad de México ha cambiado la vida urbana; le ha dado oportunidad a mucha gente de conocer y crear espacios públicos de convivencia que no existían antes –por ejemplo los domingos en Reforma de Bicis o los paseos nocturnos. Creo honestamente que el uso de bicicletas es un paso importantísimo para que se generen otro tipo de cambios en el país. El utilizar bicicletas implica un cambio importantísimo en la mentalidad de cada quién: de querer que el gobierno lo ponga todo, a comprometerse con cambiar uno mismo; de estar encerrado en la burbuja de uno a abrirse a una interacción más directa y real con la ciudad.
“La idea detrás de Ecobici es que te puedas subir al metro para cubrir grandes distancias, pero que para cubrir las pequeñas tomes tu Ecobici. Claro que para esto sea posible se necesita de cierta infraestructura; necesitamos más Ecobicis y más metros y más Metrobuses. Y aquí nos enfrentamos a dos grandes retos para ampliar el programa de Ecobici: la voluntad política y el tema financiero. Es realmente increíble que la ciudad de Nueva York apenas empezó con este programa, y ya este lanzando 10’000 bicicletas. Obviamente el alcance del programa será mayor por la cantidad que le están invirtiendo. Pero aquí, simple y sencillamente se tiene que trabajar con recursos limitados y con muchos políticos en puestos importantes que no consideran prioridad este programa. En cuanto al resto de los transportes creo que se está trabajando bastante para ampliar las líneas. Debes encontrar lo que se está planeando en ese tema en el Programa Integral de Transportes y Vialidades.”
“Otro punto importante es que las Ecobicis deben ser parte de una estrategia en general. Aunque considero a la Ecobici esencial para cambiar el paisaje urbano, hay que tomar en cuenta que La Ecobici está diseñada solamente para lugares donde hay un uso de suelo compartido. Esto es porque en zonas meramente residenciales todas las bicis serían llevadas al metro y solamente los carritos las llevarían de vuelta a sus lugares; es decir que no habría mucha rotación de bicis y en este sentido sería menos eficiente el programa. En estas zonas más bien lo que se necesitan son más estacionamientos de bicis, y claro, la seguridad para que no se las roben.”
¿Crees que los movimientos ciudadanos pueden ayudar a que el programa Ecobici se extienda por más zonas de la ciudad?
“Si. Definitivamente pueden ayudar. Y pueden ayudar más que nada cambiando sus hábitos de transporte: comprándose su propia bicicleta, transmitiendo las ventajas de la bicicleta en sus familias y ayudando paso a paso a cambiar la cultura del automovilista. Quizás es por la posición que hoy tengo, pero estoy ya cansada de tantos movimientos civiles que solamente exigen sin tener la más mínima consideración de que en gobierno son muchas voluntades las que hay que concordar para que algo pase; los movimientos ciudadanos exigen y exigen y son pocos los que asumen parte de la responsabilidad que todos tenemos para que este país cambie. Es súper fácil criticar y en México estamos acostumbrados a criticar antes que a investigar y proponer constructivamente. Por eso hoy en día creo más en la participación ciudadana silenciosa pero real, aquella que no exige a los demás pero que se exige a sí misma el cambio. Solamente si somos muchos los que hemos cambiado nuestros hábitos, lograremos iniciar un movimiento lo suficientemente fuerte que genere cambios reales en el país y obligue a la transformación.
JHS: Fuera de los temas medio ambientales, ¿De qué otro tema sientes que tiene que hablarse en la opinión pública?
“Pues está el tema de la reforma al sistema político. Creo que este es un tema enorme de por sí, pero creo que la propuesta reciente acerca de las candidaturas ciudadanas y de la reelección, como se ha planteado y en las circunstancias actuales del país, es errónea. En un sentido práctico, significaría entregar el país a intereses poco transparentes y a empresarios “voraces”. Creo que más bien tenemos que fortalecer un sistema de partidos con menos exigencias normativas cuantitativas (asambleas, firmas) pero con una estructura cualitativa sólida que sirva de “filtro” para una mejor transparencia. También debemos de dejar de tener miedo a tener mucho más partidos. Obviamente necesitamos a un Presidente fuerte que asuma la transición a la nueva democracia, lo que no ha ocurrido cabalmente hasta la fecha de hoy.”
Con esa entrevista, nos damos cuenta que Martha Delgado (twitt: @marthadelgado) tiene ideas muy claras y que no le gusta el conformismo en ninguno de sus géneros. Piensa a 100 por hora, es eficaz, es realista, conoce las limitaciones de sus diferentes roles en la sociedad y sabe cuánto depende de una cierta suerte y de la voluntad política. Se encuentra agradecida el haber tenido un Jefe (de Gobierno) que era muy favorable a los temas del medio ambiente y eso fue gran parte del éxito y de los logros obtenidos en esa materia. Es perfectamente consciente de los muchos problemas fundamentales y de las prioridades nacionales que habría que atacar: el sistema judicial mexicano, la educación que es un tema que le apasiona, la pobreza, y muchos más… Pero Martha estaba ya lista para su siguiente cita y Martha es muy disciplinada con su tiempo y eso es lo que le permite atender tantos asuntos y ser eficiente.
Estamos muy convencidos que Martha no es una política clásica, ni una tecnócrata. Es una política con causa. Para ella lo que más le convence es que todo parte de una consciencia individual, que empecemos por nosotros mismos y que cuando eso se dé, la consciencia colectiva llegará lentamente a transformarse, y eso hará que la clase política tenga que modificar su comportamiento. Y Martha está dispuesta e interesada en crear mecanismos, “juegos sociales” e inventar nuevas reglas y relaciones económicas y sociales que recompensen la participación de los ciudadanos en actos de consciencia. La clave de todo: la creatividad, siempre y cuando llegue a resultados viables y realistas. Mientras cada quien, en sus roles varios en el seno de la sociedad, actué su propio papel con honestidad, creatividad e integridad y de lo mejor de sí mismo, habrá transformación, menos corrupción, más resultados… Ya se aleja en su coche 100% eléctrico, cero contaminante, silencioso hacia su próximo destino…