VARIOS AUTORES
La semana pasada concluyó la reunión Estocolmo + 50, que conmemora cincuenta años de la primera conferencia internacional de medio ambiente, realizada el 5 de junio de 1972. Este evento fue trascendental no solo por su agenda, sino por ser capaz de reunir a los principales líderes del mundo a fin de encontrar soluciones reales para los grandes retos que enfrenta el planeta en materia de cambio climático. Paradójicamente –aunque de forma predecible- el interés de medios de comunicación y opinión pública fue muy bajo. ¿Por qué es importante tomar acciones ahora mismo? ¿Por qué necesitamos de la sociedad para producir los cambios que requerimos?
Para ser honestos, durante los últimos cincuenta años sí hemos tenido logros en materia ambiental; concretamente, en los últimos treinta establecimos las tres convenciones que nos guían en materia de conservación de la biodiversidad, combate al cambio climático y la lucha contra la desertificación y la degradación de la tierra. Aun así, estamos al borde de uno de los mayores retos que hemos enfrentado desde la diplomacia y en particular desde el ámbito multilateral, que es la conservación y protección del hogar de más de 8.7 millones de especies ante el acelerado calentamiento global. Tan solo en nuestro país, encaramos las sequías más graves de la historia.
Después de dos intensos días en Estocolmo, en los que se efectuaron diversas plenarias y diálogos entre líderes mundiales, se llegó a una declaración de los coanfitriones, Suecia y Kenya, en la que se incluyen diversas recomendaciones para alcanzar una agenda accionable, incluyente, que ubique al ser humano al centro de un planeta sano y próspero para todos. Se instó también a reconocer e implementar el derecho a tener agua limpia y un medio ambiente sano y sustentable, así como a adoptar cambios sistémicos que aceleren las transformaciones que tenemos en sectores de alto impacto.
Para hacer posibles estos procesos, creemos que es fundamental tener sociedades bien informadas, críticas y comprometidas que sean parte de estas transformaciones. Solamente una sociedad educada podrá desafiar el statu quo que nos ha conducido a esta crisis ambiental. Por esa razón, en la Cancillería, con el apoyo del PNUD y el Gobierno de Suecia, llevamos a cabo una serie de consultas presenciales y talleres virtuales con sociedad civil, sector privado, academia, sindicatos, pueblos indígenas, autoridades de diversos niveles, y sobre todo mujeres y jóvenes para llevar una posición representativa e informada de lo que tenemos que hacer como país.
Durante los ejercicios participativos que emprendimos, recibimos muchas recomendaciones, donde sobresalen la promoción de la equidad intergeneracional, la capacitación de los jóvenes, o la mejora de la educación ambiental. También nos solicitaron continuar con la promoción de la colaboración intersectorial e interdisciplinaria, garantizando que los procesos de participación y toma de decisiones cuenten con el consentimiento libre, previo e informado, donde no olvidemos incorporar la cosmovisión de los pueblos indígenas y las comunidades locales y su relación con la naturaleza.
Si bien es fundamental contar con espacios como el de Estocolmo para tomar decisiones accionables para salvar al planeta, en la Cancillería creemos que es igualmente importante la construcción de mecanismos con la sociedad para lograr consistencia y operatividad de las decisiones que ahí se tomen. Si queremos seguir creando acciones globales eficaces para utilizar, conservar y restaurar la naturaleza de forma sostenible, debemos promover la acción coordinada y colectiva con impactos y resultados inmediatos, en combinación con una visión a largo plazo.
Subsecretaria para Asuntos Multilaterales y Derechos Humanos, SRE
Camila Zepeda Lizama
Directora general para Temas Globales, SRE