Las novelas que componen la trilogía son: “Los hombres que no amaban a las mujeres”, “La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina” y “La reina en el palacio de las corrientes de aire”. En todas ellas el personaje principal es Salander, una chica poco social de apenas 5 pies de estatura, menos de 100 libras de peso, un enorme tatuaje de un dragón en la espalda, una memoria fotográfica y una mente matemática dotada de una extraordinaria destreza en computadoras, especialmente como una infalible hacker capaz de penetrar los más complicados y herméticos sistemas de datos electrónicos privados, de la policía o del gobierno. A lo largo de su trayectoria, Salander ha sido violada, torturada y arbitrariamente internada en hospitales mentales, lo cual ha creado en ella eficaces mecanismos de defensa mentales y físicos.
Una historia que habla de las dificultades a las que se enfrentan actualmente muchas mujeres en el mundo. Es también una historia que exuda un poder femenino tipo super-heroína de comic. Sin embargo lo más triste -y quizás irónico- de la novela de Larsonn es la propia historia de su autor. Larsonn era un activista en contra de la extrema derecha y los neo-nazis, que al final de su vida tuvo que lidiar con amenazas de muerte y protegerse con técnicas que seguramente fueron inspiración para sus libros. Murió poco tiempo después de acabar su serie de un ataque al corazón. Otro dato interesante es que su pareja, Eva Gabrielsson, quien convivió con él durante treinta años, ha manifestado en diversas ocasiones que ella participó activamente en la escritura de la serie Millenium, y sin embargo como al morir Larsonn no tenía testamento, todas las regalías de la serie han sido para el hermano y padre de Larsonn. Aún con dudas, este caso me recuerda que a veces la ficción puede ser una gran metáfora de la verdad…