La ciudad según AMLO
(Reforma, Secc. Ciudad, 31 de Julio de 2005)
Al inicio de su gestión como Jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador dio a conocer sus 40 compromisos por la ciudad. Hoy después de cinco años, y una vez que presentó su renuncia al cargo para buscar la candidatura del PRD por la Presidencia de la República, el balance del cumplimiento o no de estos compromisos es inevitable.
Más allá de palomear o tachar la lista de compromisos, se hace necesaria una reflexión sobre los impactos que muchas de estas acciones provocaron, en una ciudad que vivió el “relumbrón” de obras, programas y propuestas que desafortunadamente no sirvieron para delinear un modelo de ciudad para el futuro, y que en la mayoría de los casos no contaron con el aval de los ciudadanos.
Sin duda el programa de apoyo a adultos mayores es la estrellita en la frente de AMLO. Con un presupuesto superior a los 2 mil millones de pesos anuales, y gracias al apoyo mayoritario del PRD en la Asamblea Legislativa del DF, este apoyo se convirtió en Ley, por lo que ya se vislumbra como una importante carga presupuestaria para las futuras administraciones de la ciudad.
La preferencia que el gobierno dio a los adultos mayores, por encima de la atención a otros grupos vulnerables que también demandan atención prioritaria, abrió el debate por los tintes asistencialistas del programa y por los innegables “réditos” políticos que éste le dio al Jefe de Gobierno.
Así, la cifra que se destina a este rubro contrasta fuertemente con el presupuesto designado para la atención de los niños y niñas en situación vulnerable (142 millones de pesos), sector que ante la carencia de un programa integral y efectivo, presenta pocos avances en estos cinco años de gestión.
Dentro de esta política social, si bien se cumplió el compromiso de brindar apoyos económicos a madres trabajadoras y solteras, la realidad es que la principal demanda de este sector sigue siendo el contar con guarderías e instancias para el cuidado y atención de sus hijos.
En materia de vivienda se desarrollaron acciones que no siempre respetaron el espíritu de las políticas públicas: por un lado se impulsa el repoblamiento de las delegaciones centrales con el Bando 2, y se promueve la ampliación y construcción e vivienda popular con el Acuerdo 3. No se puede dejar de señalar que éstas medidas fueron utilizadas muchas veces de manera clientelar por grupos relacionados con el PRD, quienes fueron beneficiados con las acciones de vivienda de interés social. Junto con esto, la falta de planeación en la redensificación de las delegaciones centrales ha provocado que aunque éstas cuentan con mayor infraestructura urbana, ahora los servicios públicos se ven saturados, hay severas afectaciones al tránsito e incluso escasez de agua y sobrecarga en la demanda eléctrica. En varias ocasiones se construyeron conjuntos habitacionales en zonas sin factibilidad hidráulica.
Por otro lado, las obras viales “faraónicas” como la construcción de los distribuidores viales y el segundo piso de Periférico, sin duda marcaron el signo de esta gestión en cuanto a la política de transporte, ya que relegaron no sólo los compromisos del Jefe de Gobierno en esta materia, sino las prioridades de transporte público para los habitantes del Distrito Federal.
Con poco éxito se llevó a cabo el programa de sustitución de microbuses, unidades que a pesar de haber rebasado su vida útil siguen circulando por toda la ciudad, brindando un servicio de mala calidad y de alta inseguridad. Tampoco se detuvo la proliferación de taxis piratas, y el Metro vivió uno de los años más caóticos a causa de las constantes fallas, que según denunciaron los propios trabajadores fueron ocasionadas por la falta de mantenimiento y refacciones de calidad.
El Metrobús significó la única obra de transporte masivo que impulsó la administración de López Obrador. Aún cuando los sistemas de transporte en carriles confinados han mostrado ventajas comparativas importantes y han sido implementados de manera exitosa en otras ciudades del mundo, el corredor de Insurgentes ha dejado a su paso severas críticas por la planeación express, cuasi clandestina del proyecto y porque inició operaciones prematuramente a pesar de las serias deficiencias en cuanto a la seguridad de los usuarios, peatones, personas con discapacidad y en cuanto a la ausencia de una estrategia para el rescate de los espacios públicos aledaños.
Lo cierto es que la falta de integración de las políticas de transporte, de medio ambiente y desarrollo urbano muestra la ausencia de una visión de ciudad, lo que podría ser en realidad el gran pendiente de AMLO.
Uno de los pasivos más importantes que quedan en la ciudad en materia ambiental y de infraestructura urbana se encuentra en el sector hidráulico. Al inicio de la administración aplaudíamos la creación del Sistema de Aguas descentralizado, que podría evolucionar hacia un organismo autónomo y con patrimonio propio y que pudiera ser autosuficiente en el futuro. Sin embargo en el mes de abril se retrocedió en la política hidráulica al desconcentrarse el sistema para pasar a ser un organismo desconcentrado a contracorriente de las tendencias mundiales de gestión integral y eficiente del agua.
Una de las omisiones más recurrentes de este gobierno fue la falta de reglamentos que dieran viabilidad a importantes leyes como la de residuos sólidos, que a la postre terminó fracasando ante el nulo apoyo económico y de difusión por parte de las autoridades. En general, el Gobierno de la ciudad renunció a su capacidad de reglamentar, afectando la aplicación de leyes y dejando un vacío para la aplicación efectiva de la ley.
Finalmente, la falta de transparencia en los procesos en los que se asignaron contratos de las más importantes obras y los bloqueos constantes al acceso a la información, marcaron el matiz de poca apertura y rendición de cuentas de AMLO.