COLABORADOR INVITADO / Martha Delgado Peralta / Reforma
08 Sep. 2019
“Naciones Unidas no fue creada para llevar a la humanidad al paraíso,
sino para librarla del infierno”. Dag Hammarskjöld
Para atender los grandes desafíos a la paz y seguridad mundiales, así como los inhumanos y atroces crímenes ocurridos en la historia reciente, tales como el holocausto, la violencia y el exterminio de la segunda guerra mundial, las naciones del mundo decidieron que era imperativo establecer una organización que promoviera la paz, el desarrollo y el respeto a los derechos humanos.
Para cumplir con este último pilar, los países del mundo se han dado de manera soberana un marco legal para la defensa de los derechos humanos, así como una organización y un conjunto de mecanismos que tienen el propósito de cooperar y ayudar a resolver los retos que los Estados enfrentan. La Organización de las Naciones Unidas y sus agencias, como entidades de diálogo, mediadoras de conflictos en búsqueda de soluciones aceptables para todos, cada determinado tiempo enfrentan retos y desafíos.
Así, la vía que los diferentes países del mundo han encontrado para armonizar y resolver los problemas globales de manera conjunta, la hemos denominado multilateralismo. Quizás quepa entender el multilateralismo no solo como el sistema político de deliberación y cooperación entre al menos tres países, sino como el mecanismo que nos hemos dado para resolver aquellos retos que, por su dimensión, nos atañen a todos los seres humanos, y cuya solución es necesariamente conjunta. Siempre es un buen momento para defender el multilateralismo como camino, pero se vuelve una urgencia cuando atiende confrontaciones abiertas.
El multilateralismo ha demostrado ser una herramienta eficaz para hacer frente a los problemas más graves y complejos que enfrentamos los seres humanos. Desde la década de los cuarenta, momento del nacimiento del sistema de Naciones Unidas, vivimos en una era más pacífica: las guerras entre las naciones han disminuido drásticamente, y a pesar de la prevalencia de la violencia, hoy en día la probabilidad de morir en un conflicto armado entre dos o más países es la más baja de la historia.
De igual manera, la reducción del hambre es un logro multilateral: en comparación con el siglo XX, y en virtud de las acciones coordinadas de las Naciones Unidas y otros organismos internacionales, menos gente muere en el mundo por no tener alimento. No obstante, el esfuerzo mundial continúa a través de uno de los primeros Objetivos de Desarrollo Sustentable de la Agenda 2030, Cero Hambre, acordada por todos los países del mundo en 2015.
Los retos más urgentes y apremiantes de nuestros tiempos son el cambio climático y la migración. Las respuestas a ambos problemas son de carácter local, nacional y global. En virtud de ello, se requiere, necesariamente, de la acción multilateral coordinada de los Estados y todos los sectores de la comunidad internacional para comprender los impactos de ambos fenómenos y tener una capacidad de respuesta eficiente y congruente.
Este camino -que de por sí es difícil-, es imposible de seguir sin la evaluación constante de múltiples actores. Los Estados, sí, pero también los valientes ambientalistas, periodistas y defensores de derechos humanos que a diario luchan en todas las latitudes para proteger los derechos políticos, civiles, económicos, sociales y culturales, además de fortalecer los espacios de incidencia para toda la sociedad. Así, un ataque hacia ellos es sin lugar a duda un ataque a la sociedad, y a todos los esfuerzos para salvarla.
Lecciones históricas nos han enseñado que siempre hay que estar vigilantes de posibles reducciones a los espacios para el ejercicio de derechos humanos. Para eso el sistema multilateral ha probado ser el camino más adecuado para la defensa de todas las personas. Por eso es imperativo respaldar a los organismos multilaterales, como la Oficina de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, y a su titular Michelle Bachelet, para que pueda continuar con su loable trabajo en defensa de los derechos humanos a nivel global. Todas las naciones del mundo somos corresponsables en la meta de la erradicación de cualquier violación a los derechos humanos.
Al suscribir y reafirmar nuestra pertenencia a las Naciones Unidas, refrendamos nuestro compromiso con esta meta y nuestra apertura al escrutinio público. Hoy, como siempre, refrendamos nuestro llamado a reafirmar la vocación multilateral de las naciones democráticas del mundo, y a defender a los organismos multilaterales, pues con sus críticas y recomendaciones permiten a los gobiernos reconocer sus avances y retos, y avanzar con mayor ambición en el cumplimiento de las más altas aspiraciones de la humanidad.
La autora es subsecretaria para Asuntos Multilaterales y Derechos Humanos de la SRE.