El Metrobús, oportunidad de ordenamiento urbano para la ciudad
(publicado en el periódico Reforma el 30 de enero de 2005, en la sección Ciudad y Metrópoli)
La construcción de nueva infraestructura para el transporte urbano en las grandes ciudades, significa un reto para la creación y el mantenimiento de espacios públicos, que garanticen el equilibrio urbano y de mejoramiento de las condiciones de vida de la población.
Con la construcción del Metrobús sobre la avenida Insurgentes, el Gobierno del Distrito Federal tiene ante sí la posibilidad de plantear por primera vez un Plan Maestro que integre políticas de transporte, desarrollo urbano, recuperación del espacio público y medio ambiente, que den pie a una nueva forma de convivencia en la ciudad.
Sin embargo, la oportunidad que se presenta con el desarrollo de este proyecto puede verse afectada por la escasa inversión programada, que apenas alcanza los 250 millones de pesos. Si bien, ésta será suficiente para garantizar una infraestructura adecuada y de calidad, lo que se afecta es todo lo relacionado con el usuario, peatones y espacio público.
Cuando tienes una inversión limitada en un proyecto tan importante como el Metrobús, no se baja la calidad de la carpeta asfáltica ni de los camiones. Lo que se sacrifica es todo lo que tiene que ver con la comodidad del usuario: mobiliario, banquetas, paisaje urbano. La consecuencia es que puedes tener un nuevo modo de transporte, pero este no servirá para incentivar la urgente desmotorización de la ciudad.
En otras ciudades del mundo, estos proyectos de reingeniería han significado la oportunidad para “humanizar” las calles y armonizar el transporte con el medio ambiente, con privilegios para el peatón y los usuarios.
Un ejemplo de lo que resulta al no priorizar el presupuesto de inversión en estos proyectos se observa en el Optibus de la ciudad de León, Guanajuato, un sistema de 26 km. de corredores exclusivos al centro de la vialidad con tres líneas troncales, que tuvo una inversión total de 250 millones de pesos, mismo que ha resultado un eficiente sistema de transporte pero que no significó un modelo de reingeniería para privilegiar el espacio público.
Por otro lado, la falta de información sobre el sistema de corredores confinados que se construye en nuestra ciudad, impide conocer con certeza la propuesta de las autoridades y por el contrario, ha motivado serios cuestionamientos a un proyecto que en principio es benéfico para la ciudad.
Resulta lamentable que la construcción del Metrobús esté generando un ambiente adverso, ante la ausencia absoluta de participación social, comunicación del proyecto y difusión.
La desafortunada polémica que ha generado la tala de árboles que se ubican en el camellón de Insurgentes, tiene su principal cuestionamiento en el hecho de que la Secretaría de Medio Ambiente plantee como compensación la reforestación de otras zonas de la ciudad.
Es cierto que en la capital contamos con muy pocas áreas verdes, 4m2 por persona, por debajo de los 16m2 por habitante recomendados por la ONU, pero ¿qué pasa con la zona de donde se quitaron estos árboles? No se toma en cuenta que al afectar el espacio público no solamente se tiene un impacto ambiental sino en la calidad de vida de sus habitantes.
Está comprobado que en la medida en que se recuperan los espacios públicos, se incluyen las necesidades e infraestructura peatonales y se alienta la movilidad no motorizada en los planes de transporte y urbanismo se aumenta la calidad de vida en las ciudades, lo que no sucede en esta circunstancia.
Un proyecto de corredores tendría que ser motivo para rescatar el espacio público, con parques y jardines, banquetas anchas y espacios para la convivencia ciudadana, así como para facilitar el transporte no motorizado.
El Metrobús debería ser la excusa para repensar la ciudad desde sus espacios públicos, imponiéndolos como principio de lo colectivo y recuperar la confianza ciudadana para apropiarse de la ciudad. Debería ser la oportunidad para crear una ciudad más humana que da prioridad y dignidad a la vida de las personas.
Lo cierto es que actualmente carecemos de instrumentos que protejan los espacios públicos, a través de normas y leyes que privilegien al peatón, a lo colectivo y a lo humano.
Los habitantes del Distrito Federal no deben perder de vista que la oportunidad que se presenta con la construcción del Metrobús es la de contar con una sistema de transporte masivo, limpio y que utilice combustibles alternos, por lo que no se debe apostar a que este proyecto fracase, pues se perdería una oportunidad valiosa para la ciudad.
Es inaplazable impulsar en la Ciudad de México un cambio cultural que entrañe otra visión del transporte y de la movilidad urbana, más humano, menos violento y enemigo del medio ambiente.