Por una Nueva Cultura del Agua
(Artículo publicado en el periódico Reforma el 20 de febrero de 2005, en la sección Ciudad y Metrópoli)
Como en muchas ciudades del mundo, el Distrito Federal enfrenta el enorme reto de proveer de agua de calidad y suficiente a sus habitantes, pero principalmente a aquellos que aún no tienen acceso a ella, o que tienen un acceso limitado.
La realidad mundial sobre la disponibilidad del agua resulta alarmante ante las cifras que evidencian que más de un millón 500 mil personas no tienen garantizado el acceso a aguas salubres, cuya consecuencia es la muerte al día de por lo menos 10 mil personas, en su mayoría niños que viven en los países pobres o en vías de desarrollo, como México.
De no asumirse compromisos serios y efectivos al respecto, las previsiones apuntan a un agravamiento del problema, con por lo menos 4 mil millones de seres humanos sin acceso a aguas salubres para el 2025.
Ante esta situación, la comunidad científica de los países de la Unión Europea firmó en Madrid, España, el pasado 18 de febrero, la Declaración Europea por una Nueva Cultura del Agua, que constituye un llamamiento para que todos los países de la Unión, y en el futuro los demás países, asuman sus respectivas responsabilidades en pro de los cambios que aseguren una gestión sostenible y equitativa de los ecosistemas acuáticos del Planeta.
La propuesta de académicos y científicos europeos es una iniciativa que nuestro país, y en particular la Ciudad de México, deben seguir para enfrentar los desafíos de la gestión del agua en el siglo XXI. Resulta urgente que nuestros gobiernos desarrollen el principio de la sostenibilidad, con dimensiones éticas de equidad y respeto a los derechos de las generaciones futuras
“El agua es y será un factor clave para el desarrollo económico y en la lucha contra el hambre y la pobreza en el Mundo. Sin embargo, no puede seguir siendo administrada como un simple input económico. Las funciones ecológicas y los servicios ambientales generados por ríos, lagos, humedales y acuíferos, así como los valores socio-culturales de existencia y de uso que encierran, deben ser reconocidos y valorados”.
Los retos de accesibilidad al suministro de agua no nos son ajenos. En el Distrito Federal la zona suroriente se ve sistemáticamente afectada por la baja presión hidrostática, por la escasez y el abastecimiento por tandeo. Iztapalapa es nuestro foco rojo, donde más de 500 mil personas sólo reciben agua un par de horas al día o incluso no la tienen, y en situaciones más graves, el problema no es de escasez en términos de cantidad sino de calidad.
Por ello, resulta urgente sumarnos a este esfuerzo mundial que busca frenar los usos abusivos e insostenibles del recurso hídrico, ligados a la construcción de grandes embalses, al desplazamiento de comunidades sin compensaciones justas, a la pobreza, la ignorancia y a la falta de compromiso de los gobiernos con una planeación de largo plazo.
La Nueva Cultura del Agua es una cultura de paz, basada en los valores del diálogo y la participación. Es el compromiso que deben asumir todos los sectores sociales para que el 100% de los habitantes dispongan de aguas de calidad, en cantidad ilimitada, 24 horas al día y 365 días al año, para múltiples usos, bajo tarifas justas y equitativas.
El agua resulta esencial, tanto en sus funciones de sostén de la vida en el planeta, como para la supervivencia y la salud de las comunidades humanas, por lo que el agua para la vida debe garantizarse como un derecho humano para las generaciones actuales y futuras, señala la Declaratoria.
En este sentido, nuestros gobiernos deben asumir el compromiso adquirido como signatarios del pacto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la Organización de las Naciones Unidas, que recientemente reconoció el acceso a aguas potables y a servicios de saneamiento como un Derecho Humano en el Comentario General Nº15.
Un tema importante que impulsa la Declaratoria Europea por una Nueva Cultura del Agua es abordar las soluciones desde una gestión participativa y responsable.
Sin embargo, en nuestro país y en particular en la Ciudad de México, la participación de la sociedad civil en la toma de decisiones y en la vigilancia del cumplimiento de la transparencia gubernamental en materia ecológica, ha sido relegada.
Recientemente el Gobierno del Distrito Federal clasificó como reservada y confidencial toda la información relacionada con la infraestructura, operación y calidad del agua, decisión que de ninguna manera contribuye en la construcción de un gobierno transparente, participativo y responsable en materia de políticas y gestión del medio ambiente, y que limita el derecho a la información ambiental de los ciudadanos.
A pesar de esto, como sociedad civil no debemos desistir en el interés de contar con gobiernos que nos incluyan en el reto de encontrar soluciones a la crisis del agua. El ejemplo nos lo ponen organizaciones civiles ambientalistas y de derechos humanos, que junto con órganos autónomos del GDF y el poder legislativo local, organizan el “Foro Intersectorial sobre el Derecho al Agua en la Ciudad de México” el próximo 9 y 10 de marzo, con la finalidad de generar un espacio intersectorial de reflexión análisis, diálogo, debate, búsqueda de soluciones y propuestas sobre el derecho al agua en la Ciudad de México.