Suelo de Conservación, la última oportunidad para el D.F.
(Artículo publicado en el periódico Reforma el 5 de junio de 2005, en la sección Ciudad y Metrópoli)
Por Martha Delgado Peralta
El suelo de conservación presta servicios ambientales invaluables para el Distrito Federal. A través de este espacio, la ciudad se abastece de casi el 60% del agua que consume, además de servir como generador de oxígeno y regulador de la composición química de la atmósfera, del clima y del ciclo hidrológico.
Oficialmente la Ciudad de México tiene un porcentaje de suelo de conservación de 59% del total de su superficie. Sin embargo un estudio elaborado por el Instituto Politécnico Nacional revela que la superficie real apenas cubre el 35 % del territorio.
Desafortunadamente las tímidas políticas aplicadas por las dependencias involucradas en la protección del suelo de conservación no sólo no han ayudado a frenar su degradación, sino que han permitido el crecimiento indiscriminado de áreas invadidas.
No es exagerado decir que la subsistencia de la ciudad depende del agua que el Suelo de Conservación le aporta, pero a pesar de ello la conservación, restauración y eventual aprovechamiento sustentable de estas áreas no son un tema prioritario en la agenda del Distrito Federal.
La realidad es que estas zonas progresivamente han ido perdiendo los ecosistemas que facilitan la recarga del acuífero y su lugar está siendo ocupado por asentamientos humanos que cancelan de manera definitiva este ciclo ambiental.
Datos del “Estudio de prefactibilidad para la recarga del acuífero en el Suelo de Conservación del Distrito Federal”, que elaboró un Comité Interinstitucional coordinado por el Gobierno del Distrito Federal señala que las 87 mil hectáreas que componen el Suelo de Conservación (59% del territorio del Distrito Federal, según datos oficiales), enfrentan un sostenido proceso de degradación de sus recursos naturales.
Se calcula que existen más de 700 asentamientos irregulares que ocupan aproximadamente 3 mil hectáreas, con una población cercana a los 200 mil habitantes, por lo que las áreas que están en proceso de urbanización cubren aproximadamente el 16% del suelo de conservación.
Estas invasiones lejos de frenarse siguen creciendo al amparo de todos los órdenes de gobierno: no se respetan de manera formal decretos y políticas de conservación; es claro que no existe una estrategia para detener el crecimiento de los asentamientos irregulares y no hay un cuerpo profesional y suficiente encargado de la vigilancia del suelo de conservación.
Por el contrario, líderes de sobra conocidos por las autoridades y la mayor de las veces amparados por partidos políticos, siguen promoviendo las invasiones hormiga, mismas que al pasar los años son regularizadas por las propias autoridades. No es de extrañarse que en el 2004 la Secretaría del Medio Ambiente del DF sólo haya logrado recuperar 84 hectáreas del suelo de conservación invadido, según informes de la propia dependencia.
¿Qué significa para la ciudad seguir perdiendo su suelo de conservación? Por las cañadas del suelo de conservación escurren 3.4 metros cúbicos de agua por segundo, que representan mas de 1.5 veces la demanda de agua de los próximos diez años del Distrito Federal. De continuar el acelerado crecimiento de las invasiones, para los próximos 10 años podrían perderse 13.62 Mm3/año de recarga.
La inseguridad sobre la disponibilidad del agua para el Distrito Federal en el mediano plazo es un tema que nos obliga a trabajar de manera inmediata en la protección de nuestro suelo de conservación. La demanda sigue aumentando mientras la disponibilidad del recurso hídrico en el acuífero se reduce ante la creciente sobreexplotación.
La dependencia del Distrito Federal de fuentes externas de abastecimiento puede condicionarse en un futuro inmediato debido al crecimiento de la demanda en la zona conurbada, cuya población crece de manera más acelerada que la de la Ciudad.
Para el Distrito Federal resulta imprescindible realizar acciones que detengan la sobreexplotación y contaminación de sus fuentes locales de abastecimiento. También existe la urgente necesidad de explorar alternativas para el tratamiento y reuso del agua, así como la captación de agua de lluvia, que contribuyan a que nuestra entidad sea capaz de autoabastecerse, sin la necesidad de recurrir a fuentes externas, y estar así en la posibilidad de atender la demanda futura.
Resulta paradójico que mientras por la red de distribución de agua potable se fugan 12.35 m3/seg., el caudal proporcionado por las fuentes externas es de 11.9 m3/seg.; es decir, se pierde más agua por fugas (37% del total) que la que importamos del Sistema Cutzamala a altos costos. No está por demás decir que la última oportunidad para contar con recursos hídricos propios está en la protección del suelo de conservación y en la sustitución de la red.