¿Por qué ajustar las tarifas del agua en el DF? Parte I
(Publicado en el periódico Reforma, Sección Ciudad, 26 de febrero de 2006)
El GDF enfrenta el enorme reto de asegurar a su población el acceso al agua de calidad y en cantidad suficiente, de forma equitativa y sin discriminación, aunque el escenario de accesibilidad y disponibilidad de los recursos hídricos es muy adverso. En la actualidad existe una sobreexplotación del acuífero de 120%, más de un millón de personas no tienen agua entubada, una de cada dos personas no paga el líquido que consume y se nos fuga por la red el 37% del recurso hídrico, indicadores que reflejan una situación crítica que afecta principalmente a las zonas marginadas de las delegaciones Iztapalapa, Tlalpan, Gustavo A. Madero y Álvaro Obregón.
Mientras se pide a los ciudadanos que ahorren y que paguen, aún cuando no puedan participar en la toma de decisiones, el Sistema de Aguas de la Ciudad de México no cuenta con los recursos financieros suficientes para mejorar la infraestructura hidráulica que presenta un serio deterioro e indicios de obsolescencia. Tampoco se ha tenido la visión para garantizar la recarga del acuífero protegiendo el suelo de conservación, ya sea por omisión en la aplicación de la ley o por falta de capacidad para la inspección y vigilancia.
La única forma de asegurarnos un servicio público eficiente en el mediano y largo plazo es saneando las finanzas del Sistema en una estrategia de tres vías: reestructurar las tarifas para hacerlas más justas y equitativas, abatir la cartera vencida y reinvertir los recursos del agua en el agua. Sin ello, las tentaciones de privatización del servicio van de gane.
La Comisión Especial para la Gestión Integral del Agua de la ALDF elabora una propuesta de reestructuración de las tarifas que beneficie a la población sin acceso a la red o que vive cotidianamente los estragos de un servicio deficiente y de mala calidad. La propuesta no se basa en la idea simplista y quizás políticamente incorrecta de aumentar el precio del agua, sino en lograr equidad y justicia para que la gente más pobre no sea la que pague más caro el servicio, que es lo que actualmente ocurre.
Hoy paga lo mismo una familia cuya toma recibe agua por tandeo, una o dos veces a la semana, en ocasiones de calidad dudosa, que una familia que recibe agua potable 24 horas al día todo el año. Además, la estructura tarifaria actual en bloques castiga a la población con menos ingresos, pues las viviendas con mayor hacinamiento pagan más caro el servicio por concentrar un número mayor de personas por toma. Esto hablando de quienes tienen conexión, que pagan un promedio de 2 pesos por metro cúbico de agua potable (aunque el Gobierno subsidia 8 pesos de cada metro cúbico consumido). Las familias que se abastecen por medio de pipas pagan a 15 pesos el metro cúbico aún cuando tienen que acarrearlo, y por supuesto sobreviven con agua embotellada, la cual tiene un costo de hasta 10 mil pesos el metro cúbico.
Esta realidad parece soslayarse por algunos legisladores, paradójicamente del PRD, que se oponen a estudiar siquiera la manera de reestructurar las tarifas para imprimir en el esquema mayor justicia y equidad. Es probable que electoralmente reditúe más estar condonando los pagos de agua a las colonias que no han tenido un servicio adecuado, porque cada año los vecinos de Gustavo A. Madero o Iztapalapa tienen que ir a suplicar a los diputados sus favores. Sin embargo, resolver el problema de fondo no se logra con condonaciones. Claro, al darle agua a las poblaciones que lo necesitan también se terminan las clientelas ¿será esto lo políticamente incorrecto?