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La democracia es uno de los conceptos más utilizados en la discursiva social y política, como reclamo o falsa promesa. Sin embargo, su importancia difícilmente se refleja en una definición clara y, mucho menos, en un ejercicio de esta, que nos permita saber que está ahí, presente. Si la democracia es tan importante, ¿entonces por qué no la sacamos del papel y los discursos, y le damos un poco de vida? Y más aún, ¿cómo hacemos que las mujeres sean actrices centrales de un ejercicio tangible de representación popular?
La Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), junto con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en México, iniciamos en mayo de este año una serie de consultas a mujeres de distintos sectores sociales, bajo el título ¿Qué dicen las mujeres? En estos ejercicios se recolectan las opiniones e ideas de cientos de mujeres en el país para entender el vínculo entre el género, la equidad social y el cambio climático, y, posteriormente, construir los posicionamientos del Gobierno de México en el Foro Urbano Mundial y en Estocolmo +50.
La construcción de políticas públicas usualmente emplea un modelo top-down, en el cual el Estado desde arriba propone e implementa su forma de hacer las cosas, donde la sociedad tiene que asumir estas decisiones. Nosotros creemos que debemos hacer las cosas distintas, adoptar en momentos precisos un enfoque bottom-up, en el que construyamos políticas a través de ideas en un proceso ascendente y ordenado, donde la voz de la gente –en este caso, de las mujeres– y la técnica de los profesionales se conjunten.
De las tres consultas contempladas para el mes de mayo en el norte, centro y sur del país, ya se han efectuado dos. Estos ejercicios, realizados bajo metodologías del Laboratorio de Aceleración y la Unidad de Género del PNUD en México, rescatan la esencia de las preocupaciones de las mujeres de diversos sectores de la sociedad, en los distintos contextos sociodemográficos de la nación.
En el caso de Estocolmo +50, los días 2 y 3 de junio se celebrará media década del primer foro que discutió de forma concreta las preocupaciones del medio ambiente en el mundo. Regresamos a este debate en un escenario alarmante, donde las mujeres y niñas sufren un mayor impacto de la crisis climática, ya que esta amplifica las desigualdades de género existentes y pone la vida y los medios de vida de las mujeres en peligro. Esto se acentúa para los pueblos indígenas, que buscan preservar sus tradiciones de respeto a la naturaleza. Es imperioso que las voces de ellas sean parte central de estas discusiones fundamentales para el devenir de la humanidad.
Por su parte, el Foro Urbano Mundial se llevará a cabo en Katowice, Polonia, del 26 al 30 de junio, bajo el tema “Transformar nuestras ciudades para el mejor futuro urbano”, donde se evaluarán seis diferentes dimensiones de la transformación. En ese sentido, al hablar con las mujeres del país escuchamos cómo las ciudades están pensadas para adultos, en sus términos y condiciones. Esto tiene que cambiar; debemos integrar las necesidades e ideas de ellas en estas discusiones, que eventualmente impactarán en la forma en la que se transforman las zonas urbanas.
Como gobierno debemos tener presente la obligación de abrir vasos comunicantes entre la realidad de la sociedad y la forma en la que se construyen las políticas públicas. La disociación entre la realidad y los discursos oficiales, y la forma de gobernar del pasado, es más tangible que nunca. Como funcionarios públicos tenemos que encontrar con creatividad y vocación la manera de diseñar procesos colaborativos, donde logremos representar efectivamente la voluntad popular, abordar las necesidades reales de la sociedad y así impulsar transformaciones que en verdad generen bienestar para los mexicanos.
*Subsecretaria para Asuntos Multilaterales y Derechos Humanos de la SRE