El trabajo es de todos

Opinión del experto nacional

Por Martha Delgado*

Los últimos 18 meses han puesto en evidencia, sin ningún tipo de concesión, a las instituciones políticas de todo el mundo y la arquitectura del sistema internacional. Las carencias de nuestros aparatos económicos y de salud se han expuesto sin pudor alguno frente a una crisis que apuntó directamente a donde más nos dolía. En estos momentos, en que los mecanismos multilaterales deberían ser una herramienta eficiente para enfrentar los retos globales que vivimos, confirmamos que están lejos de ser el soporte sólido que necesitamos.

El multilateralismo, como herramienta de cooperación para alcanzar objetivos comunes, tiene ejemplos de gran eficacia en el siglo XX, como el Congreso de Viena o la construcción de la Organización de las Naciones Unidas. Sin embargo, quienes nos dedicamos al esfuerzo multilateral observamos, desde antes de la pandemia, cómo este tipo de mecanismos que nos habían ayudado a establecer y estabilizar el orden mundial, basado en reglas y el derecho internacional, había perdido eficacia.

Además de una reconfiguración geopolítica, la crisis del sistema multilateral pasa por varios rumbos, que incluyen una descomposición, parálisis e incapacidad para llegar a acuerdos y resolver diferencias ante conflictos. Ello le ha provocado una profunda crisis de legitimidad. En este sentido, vemos cómo el multilateralismo en muchos casos ha sido rebasado, en la praxis, por el regreso al nacionalismo y el fortalecimiento de dinámicas bilaterales. Contemplamos instituciones multilaterales que no tienen las atribuciones vinculantes ni los recursos para ejercer autoridad y, en consecuencia, carecen de facultades para impulsar la gobernanza que algunos esperarían de ellos.

Encontramos diversos ejemplos de lo que hablo. Tal vez el más evidente ha sido la incapacidad de los organismos multilaterales para impulsar un suministro equitativo de vacunas en el mundo ante la pandemia de covid-19. La construcción del mecanismo Covax es una buena iniciativa, apoyada por instituciones de prestigio como la OMS, CEPI y GAVI, además de las mentes más brillantes de la comunidad médica. Sin embargo, sus resultados han sido bastante modestos. Recientemente, también notamos cómo el Acuerdo de París, en el marco de la ONU para frenar el cambio climático, enfrenta resistencias formidables de varios países, sin que la institución logre imponer condiciones ante el reto más grande que tiene la humanidad, que es el calentamiento global, y deje que los intereses particulares prevalezcan.

A pesar de lo expuesto, soy una firme creyente del multilateralismo. Creo que las grandes crisis que hoy tenemos, que van desde la pandemia hasta los conflictos en Oriente Medio, podrían hallar un mejor cauce con una sólida arquitectura del sistema internacional y con alta legitimidad. Las instituciones que hoy se ven cuestionadas son las que deben reinventarse con el apoyo de todos para enfrentar los tiempos que hoy vivimos.

Ahora más que nunca el gobierno de México apuesta por la vía multilateral, con una política exterior robusta. Confiamos en nuestra convicción por la cooperación en un sistema de reglas comunes. Creemos que esta crisis nos da las herramientas para transformar nuestra realidad y, así, poder construir instituciones internacionales más sólidas y eficaces. Éstos son tiempos de actuar, pero también de reflexionar y poner en marcha una crítica profunda y constructiva que nos ayude a generar un mejor sistema global para el futuro.

 * Subsecretaria para Asuntos Multilaterales y Derechos Humanos de la Secretaría de Relaciones Exteriores