Los Alcaldes del mundo toman acciones para combatir el calentamiento global

Por Martha Delgado Peralta*

El cambio climático es uno de los desafíos más fuertes que enfrenta la humanidad en el siglo XXI. Sin dejar de reconocer la existencia de graves problemáticas como la pobreza, el acceso a derechos básicos como la educación o la salud, lo cierto es que el calentamiento global se cierne sobre el planeta como una amenaza que puede impactar fuertemente a varios sectores de población, infraestructura y la economía de las naciones.
Desde 1972 la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano reconoció la incidencia de las actividades humanas en la dinámica de funcionamiento del clima e inició el proceso de negociación internacional que se desarrolla hasta ahora. Este debate internacional ha avanzado lentamente en los últimos 18 años.

La Organización de las Naciones Unidas creó la convención marco de cambio climático para que los países se pongan de acuerdo de cómo van a reducir sus emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) que son los que provocan el calentamiento global.

La apuesta ha sido lograr la estabilización de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera a un nivel que impida interferencias antropogénicas peligrosas en el sistema climático, pero sobre todo dentro un plazo suficiente para permitir que los ecosistemas se adapten naturalmente al cambio climático, asegurar que la producción de alimentos no se vea amenazada y permitir, con esto, que el desarrollo económico prosiga de manera sostenible.

Por tratarse de un objetivo expresado en términos cualitativos, la ausencia de metas cuantitativas ha sido la causa de muchas de las divergencias entre los países desarrollados y los que se encuentran en vías de desarrollo, y así mismo el fundamento de gran parte de los debates en las llamadas convenciones marco.

Desde que en la COP3 en 1997 apareció el Protocolo de Kioto, se fijó la meta para que los países industrializados firmantes se comprometieran a reducir las emisiones de seis gases contaminantes en un promedio de 5,2% entre los años 2008 y 2012, en relación con los niveles registrados en 1990. Sin embargo, en la práctica dichos Estados disminuyeron sus emisiones combinadas en aproximadamente el 3% de 1990 a 2000.

La ONU manifiesta que los países desarrollados no están ahora cumpliendo con sus metas y predice que para este 2010 las emisiones estarán 10% por encima de los niveles de 1990. Además, las acciones para lograr las reducciones de emisiones de GEI deben ser tomadas rápidamente; si no se logra comenzar a reducirlas en los próximos años, los cambios en el clima pronosticados se producirán inevitable e irreversiblemente.

De acuerdo con lo establecido por la ciencia, se debe generar un máximo de 350 partes por millón (ppm) de bióxido de carbono (CO2) en la atmósfera, lo que generaría, 1.5ºC como aumento máximo de la temperatura media y alcanzar un pico en las emisiones de GEI en el 2013.

A pesar de que hay el reconocimiento de que el cambio climático es una amenaza y de que existen estos mecanismos de negociaciones internacionales, los avances han sido muy lentos y muy complicados, principalmente porque se trata de adecuar las actividades humanas, de invertir en la protección del medio ambiente, de introducir tecnologías en los países que aún no tienen acceso a ellas y de un involucramiento generalizado de la sociedad.

En la Cumbre de Copenhague (COP15) se diluyeron las pocas expectativas que quedaban para alcanzar un acuerdo entre las naciones para disminuir de manera contundente las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) y con ello ofrecer a las generaciones futuras la esperanza de un mejor planeta. Esto no sucedió, y la falta de acuerdos ahondó aún más la grave crisis de liderazgo para atender el caos climático. Lamentablemente las expectativas para la cumbre de Cancún (COP16) tampoco son muy altas.

La visión de los gobiernos locales

Por muchas razones, y en particular por su importancia poblacional, económica y de emisiones de gases de efecto invernadero, las acciones que llevan a cabo los gobiernos de las ciudades se ubican como un elemento clave de la estrategia global de lucha contra el cambio climático. Así, aún y cuando el cambio climático es un fenómeno global, parte del problema y de las soluciones están en el nivel local y muy particularmente en las ciudades.

Las metrópolis tienen un papel importante en los esfuerzos para reducir los gases efecto invernadero (GEI). Primero porque son los usuarios más importantes de energía en el mundo: se estima que las ciudades emiten 75 % de los gases de efecto invernadero a nivel mundial. En 2006, a nivel global, las ciudades usaron cerca del 66%de la energía primaria, y si no hay cambios importantes, se estima que para el 2030, usarán más del 73 % de dicha energía.

Ante este escenario los gobiernos locales asumen una visión y una actitud distinta. Lo primero que hay que entender es que muchas de las políticas públicas y de las inversiones que se tienen que hacer para reducir las emisiones de GEI están en manos de los alcaldes del mundo.

Por ejemplo son los gobiernos locales los que implementan en sus políticas públicas el tipo de transporte público que va a haber en su ciudad, cuál es el más eficiente; los alcaldes deciden sobre muchos aspectos relacionados con la eficiencia energética como el tipo de luminarias a usar en las calles o en el tema del agua la atención de la vulnerabilidad de las personas ante su acceso inequitativo o distribución desigual.

Un gobierno local establece los incentivos para las edificaciones sustentables o la prohibición para construir en las zonas de protección ecológica o si en su comunidad se establece un tiradero de basura o un relleno sanitario, que por cierto son fuentes puntuales de emisión de metano un GEI que es 21 veces más potente como calentador del planeta de lo que puede ser el CO2.

Todas estas materias son de competencia local y los alcaldes en el mundo han desarrollado inversiones y visiones muy progresistas que buscan poner a las ciudades en un destacado lugar en el combate del calentamiento global.

Mientras en las Conferencias de las Partes las naciones buscan ponerse de acuerdo y fijar metas de reducción de GEI y que lamentablemente se ha tardado mucho tiempo en este proceso, los gobiernos locales están en una suerte de sana competencia para ver qué ciudad tiene las políticas más verdes porque han visto que se trata de un tema “políticamente correcta” e incluso con enormes beneficios económicos para una ciudad.

Ese salto que han dado las ciudades los pone en una actitud muy proactiva en relación con el combate del calentamiento global, y paradójicamente los alcaldes no están en las mesas de negociaciones de las COP, a pesar de que son gobernantes electos y tienen en sus manos las atribuciones para hacer los cambios necesarios.

Además de todo, son los alcaldes los que están al frente cuando hay una emergencia o una situación de riesgo como inundaciones, incendios o catástrofes, muchas de las cuales pueden ser generadas por el cambio climático.

Los alcaldes son la cara que la sociedad busca y reclama, es el orden de gobierno más cercano que tiene la población y son los que tienen que responder y también por eso son los más preocupados por la adaptación de las ciudades al cambio climático: cómo le hago para poner diques por si hay una elevación del río, para tener un desahogo del drenaje cuando hay lluvias fuertes, para apagar los incendios.

Son justo estas consideraciones las que han hecho que los alcaldes se planteen que mientras las negociaciones de las naciones no han prosperado, las ciudades toman un rol más proactivo y de vanguardia para la mitigación de los GEI a nivel local, y son los más interesados en conocer a fondo lo que implica el riesgo y la vulnerabilidad de las comunidades ante el cambio climático y el proceso de adaptación que deben hacer para la protección de las vidas humanas, de la biodiversidad y por supuesto de sus infraestructuras.

Este marco de referencia dio lugar para que el Jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard Casaubon, en su calidad de presidente del Consejo Mundial de Alcaldes por el Cambio Climático (WMCCC, por sus siglas en inglés), haya decidido convocar a los alcaldes del mundo para firmar un gran pacto mundial de alcaldes por el cambio climático, el Pacto de la Ciudad de México.

La Cumbre Climática Mundial de Alcaldes

La Cumbre Climática Mundial de Alcaldes (CCLIMA) se llevará a cabo el 21 de noviembre de 2010 en la Ciudad de México con el propósito de que alcaldes de las diferentes regiones del mundo firmen un Pacto voluntario (el Pacto de la Ciudad de México) que ofrezca un claro mensaje a la comunidad internacional de la importancia estratégica que tienen las ciudades en el combate al cambio climático.

La CCLIMA es convocada por el Gobierno de la Ciudad de México, el Consejo Mundial de Alcaldes sobre el Cambio Climático, ICLEI-Gobiernos Locales por la Sustentabilidad, y por Ciudades y Gobiernos Locales Unidos (CGLU). Estas organizaciones aglutinan a miles de ciudades y autoridades y gobiernos locales en todo el mundo.

La CLIMMA se inscribe en la línea de un conjunto de esfuerzos previos emprendidos por ciudades y autoridades locales para actuar ante el cambio climático en el mundo, como la firma del Acuerdo de Protección Climática de Alcaldes y Gobiernos Locales (2007), El Plan de Acción Climática de los Gobiernos Locales (2007), la publicación del Catálogo de Copenhague de Compromisos de las Ciudades del Mundo para combatir el Cambio Climático (2009), el Comunicado Climático de Copenhague (2009), el Llamado a la Acción Climática de Dunkerque (2010), la Declaración de Bonn del Foro de Alcaldes sobre Adaptación (2010), y las Cumbres Climáticas de Grandes Ciudades del C40, entre otros muchos esfuerzos.

El Propósito de la realización de la CCLIMA es dar un paso adelante en el nivel de compromiso en cuanto a la adopción de medidas necesarias para la mitigación de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y la adaptación de las ciudades a los efectos del cambio climático.

La CCLIMA trabajará en consonancia con la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC) y con las Conferencias de las Partes (COP) de las Naciones Unidas, quienes coordinan los esfuerzos climáticos de los gobiernos nacionales, particularmente con la COP16 que se realizará en Cancún, México. Igualmente, comparte con el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (PICC) la necesidad de una reducción mundial de emisiones de Gases de Efecto Invernadero que evite el crecimiento de la temperatura mundial promedio por debajo de los 2º C para fines de este siglo.

El Pacto de la Ciudad de México

El Pacto de la Ciudad de México se conforma de dos partes. En la primera, se mencionan las consideraciones de porqué las ciudades son estratégicas en el combate al calentamiento global. En la segunda, se establecen un conjunto de compromisos voluntarios para promover estrategias y acciones encaminadas a la mitigación de emisiones de GEI, y a la adaptación de las ciudades a los impactos del cambio climático.

Para establecer y darle seguimiento a los compromisos de las ciudades, los firmantes inscribirán sus acciones climáticas en un Registro Climático de Ciudades (RCCC) elaborado y administrado por el Centro de Bonn para el Reporte de Acciones Climáticas Locales (Carbonn). Éste Registro tiene dos secciones:

– Sección 1, es para las ciudades que desean emprender medidas de mitigación y adaptación al cambio climático, y que mediante su firma al Pacto se comprometen a dar los primeros pasos, como preparar su inventario de emisiones, diseñar y ejecutar un Plan de Acción Climática, o promover leyes locales que favorezcan la reducción de GEI, entre otras medidas.

– Sección 2, es para las ciudades que ya cuentan con acciones climáticas que son posibles de ser medibles, reportables y verificables (MRV).

Este pacto va a llevar un llamamiento de apoyo de los gobiernos locales para la asignación de recursos presupuestales para hacer estas acciones de manera directa y para ello se trabaja con el Banco Mundial para conocer los mecanismos directos de acceso a fondos por parte de las ciudades para el combate del calentamiento global.

Esto resulta muy atractivo para los Gobernantes progresistas que han decidido comprometerse con distintas acciones y que un mecanismos de verificación transparente y abierto, puede comprometerse para la evaluación de proyectos a ser financiados.

Sin duda, lo mayor trascendencia que puede tener el Pacto de la Ciudad de México y la Primera Cumbre Mundial de Alcaldes es el reconocimiento de que las ciudades son estratégicas en el combate al cambio climático en tanto son centros de la economía, la política y la innovación de la cultura así como concentradoras de población, de bienes públicos, y de capitales de inversión en infraestructura y conocimiento.

Por compromisos transparente y medibles

En la última década un gran número de gobiernos locales han dado muestra de su liderazgo y han emprendido acciones innovadoras para luchar contra el cambio climático en el ámbito local para alcanzar las reducciones de emisiones de gases de efecto invernadero requeridas para evitar las repercusiones catastróficas del cambio climático.

No debemos olvidar que nuestras ciudades se encuentran en un riesgo acrecentado de consecuencias devastadoras ante el cambio climático mundial, que afectarán particularmente a los poblaciones marginadas, y por ello muchas ciudades en todo el mundo, a pesar de sus presupuestos y capacidades limitados, ya están desarrollando y poniendo en marcha estrategias locales de adaptación para resolver los problemas locales causados por las repercusiones del cambio climático, incluso en ausencia de un compromiso mundial con fuerza legal en cuanto a la adaptación.

De esta manera uno de los retos más importantes que enfrentan las ciudades es decidir qué tipo de políticas públicas pueden ser más efectivas en el combate contra el cambio climático. Las regulaciones o estándares, los incentivos, las políticas de mercado (impuestos, subsidios o comercio de emisiones), alzas en cobros de servicios y los programas educativos y de concientización, la efectividad de las políticas públicas y así como colaborar en el diseño e instrumentación de políticas de mitigación y adaptación de cambio climático, que son los instrumentos de política pública que pueden utilizar los gobiernos para combatir el cambio climático, al lograr reducciones de GEI efectivas.

Eso es lo que propone el Pacto de la Ciudad de México en nueve puntos:

1. Reducir emisiones de gases de efecto invernadero voluntariamente, inmediatamente y en forma importante;

Se trata de adoptar una legislación local que fije nuevas metas de reducción o incremente las existentes, de tal modo que las reducciones mundiales de emisiones de gases de efecto invernadero garanticen limitar el crecimiento de la temperatura mundial promedio ampliamente por debajo de los 2ºC para fines de este siglo.

2. Adoptar y poner en marcha medidas locales de mitigación climática diseñadas para alcanzar nuestras metas de reducir las emisiones locales de gases de efecto invernadero;

Se trata de adoptar medidas de ahorro de energía, instrumentar tecnologías nuevas o ya existentes que promuevan el uso de energías renovables locales y reducir la dependencia de carburantes fósiles y nucleares, además de poner en práctica opciones de bajo carbono que contribuyan a hacer más ecológicos nuestros modos de vida y nuestra economía local.

3. Desarrollar estrategias locales de adaptación para hacer frente a las repercusiones locales del cambio climático;

La propuesta es diseñar planes de adaptación local adecuados para aplicar medidas de adaptación y preparación al cambio climático con mecanismos operativos que mejoren la calidad de vida de las comunidades, en particular de los poblaciones pobres en medio urbano, que son los más vulnerables a las repercusiones del cambio climático;

4. Registrar nuestros compromisos, medidas y acciones climáticos, en forma cuantificables, reportable y verificable (CRV);

Es importante contar con un mecanismo que registre los compromisos y desempeños en cuanto a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero en el Registro climático de las ciudades carbonn y aportar información continua en línea para que los esfuerzos resulten transparentes y susceptibles de ser cuantificados, reportados y verificados;

5. Impulsar la creación de mecanismos directos de financiamiento para las acciones climáticas de las ciudades

Un punto destacado es el impulso de mecanismos directos para financiar las acciones de mitigación y adaptación a las ciudades firmantes del Pacto se comprometan, con el apoyo de los gobiernos nacionales y de distintos organismos multilaterales de financiamiento.

6. Hacer campaña y buscar alianzas entre las instituciones multilaterales y los gobiernos nacionales en cuanto a nuestras acciones climáticas locales;

Es de enorme relevancia hacer campaña sobre las acciones locales y los progresos alcanzados ante las instituciones multilaterales y los gobiernos nacionales para obtener su reconocimiento y apoyo a las medidas climáticas locales, cuantificables, reportables y verificables, así como poner en práctica marcos subnacionales, nacionales, regionales y multilaterales que sean complementarios a las acciones climáticas y que puedan resultar de negociaciones internacionales sobre el clima.

7. Constituir un Secretariado que dará seguimiento al Pacto de la Ciudad de México

Se busca formar un Secretariado del Pacto de la Ciudad de México, para dar seguimiento a las acciones que derivan del presente instrumento y preparar la organización de la II Cumbre Climática Mundial de Alcaldes. El Secretariado estará integrado inicialmente por las organizaciones convocantes de la Cumbre y mantendrá una comunicación permanente con los alcaldes firmantes del Pacto para el desarrollo de sus actividades. El Secretariado promoverá la adhesión al Pacto de otras ciudades así como de autoridades locales de gobierno.

8. Involucrar a la sociedad en el combate al cambio climático.
Sin duda uno de los aspectos de mayor trascendencia es la promoción de iniciativas para involucrar a la ciudadanía en acciones para combatir el calentamiento global, y en este sentido apoyar propuestas que provengan de las ONG’s que contribuyan a los procesos de mitigación y adaptación del cambio climático fomentando aquellas acciones que favorezcan cambios de hábitos correspondientes a las actividades y metas de reducción de GEI que estamos asumiendo.

9. Difundir el mensaje de este Pacto y, en particular, exhortar e invitar a otros alcaldes a unirse a nuestras acciones climáticas.

Con estos nueve pasos, que se espera sean firmados por las ciudades más importantes del mundo se busca garantizar que un gran número de ciudades sean más activas en la instrumentación de actividades para mitigar emisiones de GEI.

Además de ser un foro natural para explorar oportunidades para intercambiar experiencias con otras ciudades, particularmente con otras mega ciudades, que podrían ofrecer beneficios importantes. En este sentido la Ciudad de México busca ampliar el impacto de sus conocimientos para ayudar a otras ciudades con sus esfuerzos para reducir emisiones y beneficiarse, también, de las experiencias de otras ciudades, sobre todo en aquellas áreas en donde nuestra ciudad apenas comienza sus esfuerzos.

El reto más claro que tienen los alcaldes del mundo rumbo a la COP-16 es lograr un reconocimiento del importante liderazgo que tienen en la lucha contra el cambio climático.

No hay que soslayar el hecho de que actualmente se tienen registradas más de 3 mil 200 acciones que realizan los gobiernos locales del mundo para combatir el cambio climático y esto es una muestra de que más allá de los grandes acuerdos que se espera alcancen las naciones, las ciudades ya están trabajando.