Publicado el 18 de mayo en El Financiero
Por Martha Delgado, Subsecretaria para Asuntos Multilaterales y Derechos Humanos de la SRE , y Sybel Galván, Embajadora de México ante la OCDE.
El 18 de mayo de 1994, México fue el primer país latinoamericano que ingresó a la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE). La membresía fue parte de la estrategia de nuestro país para adaptarse a la globalización. La OCDE nos dio acceso a un foro de mejores prácticas de políticas públicas y la oportunidad de aprender de las experiencias del resto de los miembros. El organismo busca dar respuesta a retos sociales, ambientales y económicos, para alcanzar un mayor nivel de empleo y de crecimiento sostenible, promover la cooperación internacional al desarrollo y mejorar el bienestar de las sociedades.
A 26 años, México al igual que la OCDE y el resto del mundo enfrenta la crisis sanitaria más importante del último siglo. El Covid-19 ha puesto a prueba la resiliencia de los individuos, las sociedades, las economías y los gobiernos. Las lamentables pérdidas humanas ascienden a más de 260 mil personas; las medidas de confinamiento han impactado de manera negativa la educación, el empleo, las cadenas globales de suministro y a las economías; se espera un impacto negativo en la economía mundial mucho mayor al de la crisis financiera de 2008-2009.
Las consecuencias no serán igual entre países. Aquellos con mayor desarrollo, con sistemas de salud y de seguridad social bien establecidos y con monedas fuertes, pueden enfrentar de mejor manera la pandemia. Las economías emergentes carecen de infraestructura suficiente en los sistemas de salud, no tienen mecanismos de seguridad social para proteger a la población más vulnerable, y enfrentan fuertes limitantes para destinar recursos públicos masivos para ayudar a sus economías.
La crisis sanitaria evidencia que la cada vez mayor integración y globalización económica trae consigo un incremento en el riesgo de estos choques externos; muestra que las sociedades y las economías no están preparadas para hacer frente a la crisis y que los países menos desarrollados serán los más afectados.
Las consecuencias del coronavirus no tienen precedentes, están generando crisis multidimensionales en todos los países y solo con cooperación internacional se podrá hacer frente adecuadamente. Por ello, hoy más que nunca, los organismos multilaterales tienen un papel preponderante.
La OCDE como primera acción innovadora creó una plataforma digital que incluye respuestas de políticas públicas ante el Covid-19 en áreas de salud, educación y empleo, entre otras, así como una herramienta “policy-tracker” que da seguimiento diario a las medidas que los países han establecido. Asimismo, analiza las políticas sectoriales que permitan proponer acciones para reactivar la economía de una manera coordinada, ordenada y minimizando el riesgo sanitario.
Los organismos multilaterales deben repensar el modelo económico internacional que ha sido incapaz de generar el desarrollo y el bienestar prometidos, al tiempo que fomenta la desigualdad entre y al interior de los países. Tienen que replantear la cooperación internacional: los países desarrollados asumir su responsabilidad hacia las economías en desarrollo y todos contribuir a la generación de bienes públicos globales de acuerdo a nuestras capacidades. México es un actor clave en el diseño y dirección de esta nueva agenda para avanzar hacia la construcción de un modelo económico que dé mejores resultados para todos; es decir, trabajar hacia sociedades más justas, prósperas y felices.