Trabajo legislativo / Pronunciamientos

Primer periodo de sesiones ordinarias. Segundo año de ejercicio

Pronunciamiento durante la Sesión Solemne con motivo de la entrega de la Medalla al Mérito Policial.

LA C. DIPUTADA MARTHA TERESA DELGADO PERALTA.- Con su venia, diputada Presidenta.

Diputados y diputadas; distinguidos invitados todos que nos acompañan.

Es para mí un honor acudir a esta Tribuna para reconocer la honradez, la eficiencia, el profesionalismo, el valor, el compromiso de los elementos de la policía capitalina que a lo largo de sus años de servicio han dejado ejemplo de su respeto a su función como servidores públicos.

Hoy cuando los ciudadanos esperamos una respuesta satisfactoria de las autoridades encargadas de impartir justicia, encargadas de la seguridad nacional, de la seguridad local, sobre los lamentables hechos ocurridos el pasado 23 de noviembre en Tláhuac, también es momento de voltear la mirada hacia el buen desempeño de nuestros cuerpos de seguridad, como en el caso de los 6 policías que hoy reconocemos y en su representación de muchos otros que también cumplen con su labor de manera comprometida y responsable.

A Martha Patricia Andonaegui Morales, María Inés García Quesada y Adriana Isabel Barrocal Velázquez, así como a Juan Luis Alonso Roque, Cristóbal Alonso Carrillo y Carlos Fernando Obregón Reyes debemos reconocerlos no sólo por su entrega mostrada en el cumplimiento de su deber, sino por la posibilidad de devolvernos la fe en quienes están para protegernos y para ayudarnos.

Este reconocimiento toma mayor relevancia cuando las autoridades y las instituciones encargadas de procurar justicia y de brindarnos protección son a menudo cuestionadas por su falta de efectividad o porque carecen de credibilidad ante los ciudadanos.

Lamentablemente tanto las instituciones públicas como los gobernantes y los políticos gozamos de un descrédito generalizado; los ciudadanos no confían en nuestro trabajo. No es extraño que las más recientes encuestas sobre corrupción mencionen en primer lugar de la lista el descrédito a los políticos y a los cuerpos de policía. Los ciudadanos han perdido la confianza y han perdido el respeto por las instituciones que los representan.

No es de extrañarse que aún permanezca la imagen del servidor público que sirve solamente a algunos intereses muy particulares, de funcionarios públicos que trabajan solamente atendiendo lealtades y para obtener beneficios personales, en lugar de servir a su comunidad con eficiencia y con compromiso.

La frustración de los ciudadanos crece ante el manejo irresponsable de recursos públicos de autoridad y de poder y ante la no acción de las autoridades ante los saqueos de nuestro patrimonio por la falta de respeto que muestran quienes están en el poder por quienes esperan un cambio en las formas de hacer política y en las formas de tomar las decisiones en nuestra ciudad y en nuestro país.

En estos años también ha quedado claro que el último lugar de la agenda partidista y de la agenda del gobierno, de todos nuestros gobiernos la ocupan las necesidades cotidianas y sentidas de los ciudadanos. Sus prioridades son distintas a las prioridades de los ciudadanos. Mientras los habitantes de la ciudad demandan seguridad, demandan empleo, agua, calidad de vida, los principales temas de discusión y de disputa son de otro orden.

La oportunidad de cambio parece que no llegó del todo con la alternancia en el poder, se repiten esquemas y con ello miles de ricos siguen imponiéndose a los millones de pobres que cada vez crecen en el país, cuya voz no encuentra espacio, provocando desaliento, enojo y resignación.

Ante este panorama, los diputados que integramos esta III Legislatura en la Asamblea Legislativa tenemos en nuestras manos la posibilidad de fijar un precedente en la forma de hacer política.

A un tercio del camino podemos desterrar la figura anquilosada del político que hace su chamba o que pretende hacer su chamba; simula cumplir en vez de innovar, en vez de proponer, de trabajar por quienes nos encomendaron esta gran responsabilidad.

Debemos voltear la cara hacia los ciudadanos y hacia la sociedad civil que exige servidores públicos, autoridades y políticos competentes, comprometidos, congruentes y responsables. Es nuestra obligación dar un ejemplo de trabajo honesto, preocupado por resolver los problemas cotidianos de la gente y no permeado por los escenarios de conflicto que azotan al país.

Este, ciudadanos policías, éste es el ejemplo que hoy ustedes nos ponen a muchos servidores públicos, este es el ejemplo que hoy les estamos reconociendo a ustedes seis y en su persona a muchos policías, la gran mayoría que actúan en beneficio de sus comunidades.

Este año ha dado innumerables muestras de que existen lagunas de gobernabilidad. Una y otra vez ha quedado de manifiesto que ante actos de injusticia y de legalidad existe un estado de derecho muy vulnerable.

Lo sucedido en Tláhuac no sólo refleja la violencia injustificada de una comunidad hacia la autoridad; nos descubrimos en indefensión ante servidores públicos incapaces de cumplir con su trabajo, ante políticos que antes de actuar prefieren cuidar el impacto de su imagen pública. Tláhuac es la síntesis de lo que puede suceder si no vamos recobrando la confianza en nuestras autoridades y en nuestras instituciones. El problema mayor de que lo ocurrió ahí es conocer tanto las omisiones de las autoridades federales, locales que mostraron incompetencia para actuar, pero también conocer a los culpables y a las ilegítimas razones que los llevaron a privar de la vida a dos servidores públicos de nuestra ciudad.

Sirva esta ceremonia para hacer un llamado a nuestras autoridades, para que dejen de lado sus enfrentamientos políticos, que investiguen con seriedad estos hechos para que las sanciones se apliquen a los responsables de esos linchamientos y se sienta un precedente que inhiba para siempre la repetición de este tipo de conductas.

Por ello resulta de enorme relevancia la iniciativa de la Comisión de Seguridad Pública para reconocer el esfuerzo de quienes todos los días, bajo condiciones desfavorables arriesgan no solamente su integridad física, sino las más de las veces su integridad moral pues cotidianamente son objeto de insultos, ofendidos verbalmente por los propios ciudadanos.

Los policías se merecen un mejor trato. Creo que es responsabilidad de todos empezar a hacer una cultura de respeto hacia esta autoridad tan importante de nuestra ciudad.
Quienes vivimos y transitamos en el Distrito Federal, agradecemos a todos los que trabajan por devolver a nuestras calles su vocación pública, para que el disfrute de la sociedad de la calle sea generalizado con confianza.

Como legisladores tenemos la obligación también de mejorar las condiciones de vida y de trabajo quienes asumen este reto de proveer de seguridad a 8 millones de habitantes a la ciudad. No podemos olvidar que su falta de oportunidades para progresar abre la puerta a la corrupción.

A los policías que hoy reciben la Medalla al Mérito Policial, les hago un exhorto para que continúen con ese trabajo que nos enorgullece, ese trabajo intachable que han mostrado en su tiempo de servicio ya que sólo así la sociedad podrá recompensar a todo el Cuerpo de Policía en general por sus méritos.

Estoy segura de que además reciben esta Medalla ustedes en representación de muchos policías que cumplen de manera cotidiana con su cometido.

A los premiados y a todo el Cuerpo de Policía en lo general, muchas gracias.

 


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