Trabajo legislativo / Pronunciamientos

Segundo periodo de sesiones ordinarias. Segundo año de ejercicio

Pronunciamiento de la diputada Martha Delgado Peralta sobre el Día de la Tierra

En el Día de la Tierra hay pocas cosas que celebrar. Estamos talando árboles a una velocidad superior a la que se pueden regenerar, sobreexplotando los acuíferos y desecando los ríos; las tierras de cultivo y de pastos son ahora desiertos. La destrucción del hábitat y el cambio climático están destruyendo las especies vegetales y animales más rápido de lo que pueden evolucionar, desencadenando lo que podría ser la primera extinción masiva desde la que hizo desaparecer a los dinosaurios.

Los saldos son negativos y cada día el exceso de consumo del capital natural de la Tierra está minando nuestro futuro. Esto puede sonar fatalista o como argumento de película futurista. Desafortunadamente es la realidad mundial y nuestro país contribuye a ella.

La situación ambiental en México está en las peores condiciones posibles, con una política ambiental que ha decidido subordinar la protección de los ecosistemas, de la salud y del medio ambiente a intereses comerciales e industriales, que subordinan a la población a procesos que pocos beneficios les trae.

Son muchos los temas ambientales en los que nuestro país presenta signos alarmantes. Tenemos la quinta tasa de deforestación en el mundo, los bosques y selvas se están perdiendo a una velocidad de pérdida estimada entre 300,000 y 1, 500,000 hectáreas. Como resultado, una gran cantidad de especies está en peligro de extinción y muchas más están siendo extirpadas localmente.

Los efectos inmediatos de la deforestación son la pérdida de biodiversidad única, daño a ecosistemas de agua dulce y a los procesos hidrológicos, reducción de servicios ambientales y mantenimiento del ciclo de pobreza.

Por otro lado, el actual modelo de consumo energético incide directamente en el cambio climático. Resulta insostenible el continuar con la quema de combustibles fósiles como único patrón de consumo energético, ya que esto ocasiona graves trastornos ambientales y porque los yacimientos de esos combustibles se están agotando.

La intensa generación de dióxido de carbono (CO2) por la quema de combustibles fósiles y la progresiva acumulación de este compuesto en la atmósfera está perturbando los patrones climáticos. Científicos de todo el mundo estiman que de mantenerse la actual tendencia, las alteraciones climáticas se agravarán con catastróficas consecuencias.

De mantenerse la tendencia actual, a lo largo de este siglo podrían devenir cambios a una velocidad superior a la ocurrida en los últimos 10 mil años. Los impactos más fuertes se presentarían en las regiones polares y en los países menos desarrollados, como México, debido a su vulnerabilidad social, económica y política.

Uno de los fenómenos más visibles a consecuencia del cambio climático es la reducción del volumen de agua en cuencas demasiado explotadas. En este rubro destaca la vulnerabilidad del sistema Lerma-Chapala-Santiago, que según un estudio del Instituto de Geografía de la UNAM, la cuenca ha sufrido una disminución aproximada del 61% de su escurrimiento y del 99.7% en la reserva de agua, en cambio, el volumen de agua aprovechado aumentó en 142%. Estas variaciones muestran la gran explotación que se ha hecho de la reserva de agua de la cuenca del Lerma para abastecer a los centros de población asentados en ella, y a la Ciudad de México que pertenece a la cuenca del Pánuco

En tanto, la Ciudad de México, una de las más grandes del mundo, de acuerdo a un estudio realizado por el Centro Interdisciplinario de Investigaciones y Estudios sobre Medio Ambiente y Desarrollo, (CIIEMAD) del Instituto Politécnico Nacional, el Distrito Federal ha perdido en los últimos años el 24% de su porcentaje de suelo de conservación, al pasar del de 59% al 35%, debido a que no se respetan de manera formal decretos y políticas de conservación y a la invasión por nuevos fraccionamientos, porcentaje que se verá drásticamente disminuidos en la medida que vayan desapareciendo zonas boscosas de Cuajimalpa, Álvaro Obregón Magdalena Contreras, Xochimilco, Milpa Alta, Tlahuac y Tlalpan.

Esto ocasionará la perdida de resiliencia ambiental de los ecosistemas boscosos que conforman la ZMCM así como las zonas agrícolas que están en grave proceso de degradación, que de no tomarse medidas drásticas, en cuanto al control del desarrollo urbanístico, dentro de 10 -15 años , la ZMCM habrá perdido totalmente su resiliencia ambiental.

Consecuencia de la invasión del suelo de conservación, se está provocando la pérdida para siempre de hasta 2.5 millones de litros de agua de recarga por hectárea al año, por lo que la destrucción de los ecosistemas y/o la ocupación de este suelo.

Todas estas cifras nos muestran nuestras facturas ecológicas. Mientras las autoridades encargadas de las políticas ambientales sigan manejando los mismos esquemas de “desgaste”, nuestras demandas se seguirán multiplicando.

Es responsabilidad de todos, ciudadanos, gobiernos, legisladores y académicos el exigir la aplicación de técnicas y recursos alternativos que den un respiro al planeta. Lo que hagamos en la ciudad, en el país o en otros países tendrá repercusiones mundiales, de las que ni las armas más poderosas nos podrán defender.

En el Día de la Tierra no debemos olvidarnos de que las afectaciones al planeta son una realidad, no ficción y que los primeros efectos ya son parte del presente.

Debemos sumarnos a los esfuerzos que organizaciones no gubernamentales, sociedad civil, científicos y académicos, están haciendo para que los gobiernos adopten propuestas alternativas que reducen las afectaciones al planeta en todos los rubros ambientales.

Si bien en el Día de la Tierra poco tenemos para festejar, puede ser la razón para escuchar las voces de alerta que desde hace más de una década de encendieron en nuestro país.