Trabajo legislativo / Pronunciamientos

Segundo periodo de sesiones ordinarias. Segundo año de ejercicio

Pronunciamiento de la diputada Martha Delgado Peralta sobre el día mundial del agua

Compañeros y Compañeras Diputadas

El día de hoy se conmemora el Día Mundial del Agua, una fecha que llama la atención de todos los países sobre este recurso, que es un factor clave para el desarrollo económico y para lucha contra el hambre y la pobreza, pero sobre todo es sinónimo de vida.

La realidad mundial sobre la disponibilidad del agua resulta alarmante ante las cifras que evidencian que más de mil millones de personas no tienen garantizado el acceso a aguas salubres, cuya consecuencia es la muerte al día de por lo menos 10 mil personas, en su mayoría niños que viven en los países pobres o en vías de desarrollo, como México.

Se estima que de no asumirse compromisos serios y efectivos al respecto, habrá un agravamiento del problema, con por lo menos 4 mil millones de seres humanos sin acceso a agua potable para el año 2025.

Gobiernos, organismos, sociedad civil y comunidades científicas y académicos de todo el mundo han lanzado iniciativas para valorar desde otra visión los recursos hídricos, que aseguren una gestión sostenible y equitativa de los ecosistemas acuáticos del planeta, pero que sobre todo sean reconocidos y valorados por sus funciones ecológicas y de servicios ambientales.

Recientemente la comunidad científica de los países de la Unión Europea firmaron en Madrid, España, la Declaración Europea por una Nueva Cultura del Agua, que constituye un llamamiento para que todos los países de la Unión, y en el futuro los demás países, asuman sus respectivas responsabilidades en pro de los cambios que aseguren la sostenibilidad de los recursos hídricos, con dimensiones éticas de equidad y respeto a los derechos de las generaciones futuras.

La propuesta de académicos y científicos europeos es una iniciativa que nuestro país debe seguir para enfrentar los desafíos de la gestión del agua en el siglo XXI. Resulta alarmante que México sea uno de los países que más presión ha ejercido sobre sus fuentes superficiales de agua, lo que ha provocado que su calidad, en mas del 80% del territorio, sea del orden de media a baja, según el índice de calidad del agua, proporcionado por la Comisión Nacional del Agua.

Aunado a esta situación, el 70 por ciento del abastecimiento nacional de agua depende del agua extraída del acuífero. Esto tiene una causa y un efecto. El Acuífero no tiene la capacidad para sostener esa demanda, y sus límites físicos en cuanto a cantidad y calidad, han dado señales de insuficiencia para proveer a las ciudades carentes de este recurso, máxime si la introducción de nuevas técnicas, como tratamiento de aguas residuales, reuso, inyección del acuífero, etc., resultan limitadas y en algunos casos inexistentes.

En particular el Distrito Federal enfrenta el enorme reto de proveer de agua de calidad y suficiente a un millón y medio de habitantes que sistemáticamente se ven afectados por la baja presión hidrostática, por la escasez y el abastecimiento por tandeo.

Iztapalapa es nuestro foco rojo, donde más de 500 mil personas sólo reciben agua un par de horas al día o incluso no la tienen, y en situaciones más graves, el problema no es de escasez en términos de cantidad sino de calidad.

Desde la Comisión Especial para la Gestión Integral del Agua, nos hemos fijado la meta de impulsar una administración sustentable de nuestros recursos hídricos. Para ello planteamos una estrategia que busca lograr la autosuficiencia financiera del Sistema de Aguas de la Ciudad de México, órgano rector del agua, que articula 3 puntos: la reestructuración de tarifas, una estrategia para abatir la cartera vencida y la creación de un fideicomiso u otros mecanismos para que los excedentes se puedan reinvertir.

Esto nos permitirá que el manejo del recurso hídrico sea justo y equitativo, con subsidios dirigidos a los sectores que más lo necesitan y sobre todo que permitan un esquema financiero capaz de hacer que la recaudación, las tarifas y los costos de operación sean congruentes entre sí.

Además de estas iniciativas legislativas es necesario crear una conciencia colectiva de la importancia del tema del agua: solo así seremos capaces de actuar para revertir la situación que hoy se vive.

La Nueva Cultura del Agua es una cultura de paz, basada en los valores del diálogo y la participación. Es el compromiso que deben asumir todos los sectores sociales para que el 100% de los habitantes dispongan de aguas de calidad, en cantidad ilimitada, 24 horas al día y 365 días al año, para múltiples usos, bajo tarifas justas y equitativas.

Por ello, resulta urgente sumarnos a este esfuerzo mundial que busca frenar los usos abusivos e insostenibles del recurso hídrico, ligados a la construcción de grandes embalses, al desplazamiento de comunidades sin compensaciones justas, a la pobreza, la ignorancia y a la falta de compromiso de los gobiernos con una planeación de largo plazo.

Aunado a esto, no se puede ignorar la falta de espacios que garanticen la participación de los ciudadanos en la toma de decisiones, que sigue siendo relegada. El Estado no ha sido capaz de garantizar el acceso a la información, la participación activa de la sociedad civil y la justicia ambiental.
El agua resulta esencial, tanto en sus funciones de sostén de la vida en el planeta, como para la supervivencia y la salud de las comunidades humanas, por lo que el agua para la vida debe garantizarse como un derecho humano para las generaciones presentes y futuras.

Basta recordar que nuestro país es signatario del compromiso establecido en el Pacto sobre Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales (DESCAS) de la Organización de las Naciones Unidas, que en 2002 estableció por primera vez que el acceso al agua potable segura es un derecho humano fundamental para la vida.

Esto obliga a nuestro país a asegurar progresivamente el acceso al agua de forma equitativa y sin discriminación, pero sobre todo a adoptar las medidas necesarias para garantizar este derecho humano, a través de leyes y principios de los derechos humanos, así como a través políticas adecuadas.

El tema es complejo y las soluciones se antojan difíciles, pero el país requiere de asumir compromisos por una nueva cultura del agua y por la atención prioritaria del derecho que conlleva. Estamos en la posibilidad de que el agua sea accesible para todos, con precios justos, de calidad y sobre todo con equidad.

Muchas gracias.

 


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