Trabajo legislativo / Pronunciamientos

Primer periodo de sesiones ordinarias. Tercer año de ejercicio

Pronunciamiento de la Diputada Martha Delgado durante la Sesión Solemne para otorgar las Medallas al Mérito en Ciencias y Artes

Distinguidos diputados y diputadas, distinguidos invitados que nos acompañan:
Me honra mucho subir a esta Tribuna a reconocer la labor de dos extraordinarios seres humanos cuyas contribuciones a la ciencia y el arte son indiscutibles: la doctora Carmen Gutiérrez de Velasco, de quien mantenemos el recuerdo de una mujer comprometida con la lucha contra el tabaquismo y de ser pionera en la investigación para la rehabilitación pulmonar, trabajos que sin duda sobrevivirán al doloroso capítulo que truncó su vida, y de Felipe Casals, quien en su vasta filmografía denuncia la descomposición de una sociedad lo mismo violenta que corrupta o enferma de poder, historias que invitan a la reflexión de lo que hoy en día vivimos en esta ciudad y en este país, con sus duras pero verdaderas realidades.

Que estos reconocimientos que hoy entregamos sirvan también como la excusa para hacer un llamado de atención sobre lo que hoy en realidad sucede en nuestro país: la falta de compromiso de gobernantes, de legisladores, de funcionarios públicos, a veces también de la sociedad, que tienen en sus manos tomas importantes de decisiones en favor de las ciencias y del arte, disciplinas que cada año se ven disminuidas en apoyos en presupuestos y en el nivel de prioridad en las agendas públicas, sin importar que éstas, las ciencias y el arte, funjan un papel indispensable en beneficio de las sociedades, en la erradicación de la pobreza y en la conformación de la cultura.

No hay que olvidar que el fin último de la ciencia y el arte es contribuir en el desarrollo de la sociedad y por ello requieren de independencia, de recursos públicos suficientes y también de servir al interés general, activos muchas veces que se ven sacrificados en aras de conseguir presupuestos para sostener sus proyectos.

Recientemente y en coincidencia con los méritos que hoy nos llevan a reconocer el trabajo que realizó la doctora Carmen Gutiérrez de Velasco, fuimos testigos del conocido pero poco reconocido peso que tienen las grandes corporaciones cigarreras en las decisiones que se toman en la lucha contra el tabaquismo, mal que se sabe cobra la vida de millones de personas al año en el mundo y en México.

Si bien el legado de la doctora Carmen Gutiérrez de Velasco, pionera en la investigación en el tema del tabaquismo sirvió para profundizar en el conocimiento de los efectos nocivos que el tabaco causa en el organismo humano, se ha renunciado a la posibilidad de incidir de manera positiva y contundente en la lucha contra el tabaco que anualmente implica millonarios costos al Estado, al Sector Salud, por la atención de las enfermedades relacionadas con este problema de salud pública que la propia doctora Gutiérrez de Velasco consideró como la más temida y severa adicción, más que la adicción a la cocaína, a la heroína, a la marihuana, por los daños que produce al fumador y también a quienes lo rodean.

La realidad es que la tendencia al tabaquismo está en alza ante la falta de información y educación sobre los daños a la salud que conlleva este hábito; lo mismo sucede con otras sustancias que respiramos y aquí me gustaría llamar su atención.

Desafortunadamente somos un país que no cuenta con mecanismos de información oportunos a la comunidad ni con suficiente investigación que refleje las afectaciones a la salud, por la contaminación del aire o por la calidad del agua o por nuestra exposición permanente a residuos tóxicos y peligrosos.

Muchos gobiernos y legisladores no prestan oídos a lo que la comunidad científica reitera incansablemente, la necesidad imperiosa de no aplazar las medidas que disminuyan los riesgos a la salud, antes de que estos alcancen puntos sin retorno.

No hemos entendido que la advertencia en una cajetilla de cigarros sobre los riesgos que conlleva fumar no son suficientes, no es suficiente. De haber funcionado, esa misma leyenda debería de aparecer colgada en los escapes de los automóviles o en la envoltura de alimentos no orgánicos o transgénicos.

Los investigadores tienen una importante responsabilidad en la conservación de nuestros recursos, en ayudar a detener el deterioro ambiental y en pro de la salud, pero estas responsabilidades no pueden privatizarse ni encomendarse a mecanismos correctivos regulados por intereses a corto plazo.

Es obligación del Estado proveer recursos suficientes a las instituciones públicas que hacen investigación para que su dependencia sea cada vez menor de los recursos de empresas privadas cuyo fin último por definición y es legítimo responde siempre a su propio interés. La ciencia en definitiva no puede desempeñar ese papel en la sociedad.

Pero desafortunadamente esa ausencia de presupuestos y de apoyos también alcanza a las artes, y en este caso en particular al cine, cuya existencia se debate entre el arte vendible y la subsistencia de su calidad.

El pueblo merecería un arte que lo acerque a sus raíces y a sus orígenes para entender la realidad cotidiana. El cine, la literatura, la danza, el arte, el teatro surgen como necesidades de expresión en cualquier pueblo que al mismo tiempo de reflejarlo en su ámbito lo lleven a su reflexión.

Es justo en el arte que Felipe Cazals nos regala en sus películas, donde vemos reflejados diferentes momentos históricos y políticos que ha vivido el país, pero también el cine de denuncia social, crudo sin cortapisas con personajes del México real, el de la pobreza, el de la injusticia, el de la corrupción que algunos prefieren no saber y ni siquiera atender en el cine.

Nuevamente el problema son los fondos y las políticas culturales que crecientemente parecen estar diseñadas para desincentivar el arte y que sin más lo llevan por un camino puramente comercial en donde los directores independientes no figuran en donde los guiones de denuncia y de reflexión resultan inconvenientes y cuyas proyecciones siguen confinadas en un par de salas de exhibición sin ningún tipo de apoyo de difusión.

Loable en su momento fue la iniciativa del gobierno federal de comprar una cadena de cines en donde de manera exclusiva se proyectarían películas mexicana. Ojalá que estas salas de cine no sigan cerradas y se puedan abrir para estos propósitos.

Compañeras diputadas y diputados, distinguidos invitados: El progreso que nuestro país presumimos muchas veces parece salido de un guión de cines. A veces es más indignante que la historia de Canoa o es más increíble que la leyenda de Las Poquianchis; a veces más humillante que la denuncia de la compra de conciencias a los diputados para frenar el impuesto al tabaco, a pesar de que esta iniciativa ha sido considerada por la Organización Mundial de la Salud y en el Convenio marco para el Control del Tabaco como una medida más eficaz para desincentivar su consumo.

Por ello como sociedad no debemos renunciar y por el contrario es nuestra obligación reforzar nuestro derecho a exigir que los presupuestos se dirijan de manera eficiente a la ciencia y el arte, pilares del futuro desarrollo de nuestra sociedad y el único legado que podemos ofrecerle intacto a nuestras generaciones venideras.

Es también ocasión de exhortar a los artistas y a los científicos a convertirse en activistas, en ciudadanos comprometidos sí con sus causas del arte y de la ciencia, pero también con sus comunidades. Necesitamos su activismo en la opinión pública; necesitamos su compromiso con los movimientos sociales y con las organizaciones de la sociedad civil organizada, porque pueden otorgarle solvencia y contenidos a las grandes demandas de la sociedad y respuesta a las necesidades de la comunidad.

Nuevamente mi destacada admiración y felicitación al Director Felipe Cazals y un fraternal abrazo a la familia de la doctora Carmen Gutiérrez de Velasco.

Muchas gracias.

 


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