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Metrobus: la solución o el caos1

Por Martha Delgado Peralta2

Finalmente, el primer proyecto de transporte público masivo del Gobierno del Distrito Federal inició sus operaciones. A partir del 19 de junio el sistema de autobuses confinados que circulan sobre Insurgentes movilizará cerca de 250,000 usuarios y representa un importante cambio cultural en la forma en que automovilistas y peatones se movilizarán en esta importante arteria vial.

El Metrobús ha dejado a su paso una serie de cuestionamientos e incertidumbre para los ciudadanos, que en su mayoría desconocen su funcionamiento y forma de operación, sin duda a causa de la política de "no información" y del apresuramiento innecesario de su inauguración.

Ni ciudadanos, ni diputados, ni expertos han podido hasta ahora conocer toda la información relacionada con el proyecto, y a cuenta gotas se saben aspectos de interés general como el impacto ambiental (sin que se especifique lo relacionado con la reforestación de las zonas afectadas), las adecuaciones de la infraestructura urbana y los costos reales del proyecto. Nuevamente la participación de los ciudadanos fue relegada y ante ello se generó un clima adverso hacia este proyecto, que en principio puede traer enormes beneficios para la ciudad.

Resulta incomprensible que el Gobierno de la Ciudad haya mantenido al margen de este proyecto a la sociedad civil y a los grupos ambientalistas que en primera instancia externaron su apoyo al sistema. Baste mencionar el caso de la organización Presencia Ciudadana, que apoyó el funcionamiento del Metrobús por lo que el proyecto promete en cuanto a sus efectos positivos para los usuarios del transporte público, que verán reducidos los tiempos de traslado y contarán con un servicio de transporte más cómodo y seguro, lo que en un futuro podría incentivar a los automovilistas a utilizarlo también.

Frecuentemente las autoridades acusan al movimiento ambientalista de ser reactivo y de oponerse a todo. En el caso del Metrobús, y a contracorriente de manifestaciones de otras organizaciones legítimamente opuestas al proyecto (principalmente por la ausencia de información, invasión al espacio público y por la tala de árboles en el camellón). En el caso de Presencia Ciudadana y de otras organizaciones independientes, con recursos propios se dieron a la tarea de darle seguimiento al proceso, informar a la comunidad de los beneficios que puede traer, e inclusive realizar campañas de educación vial para familiarizar a los usuarios con éste nuevo modo de transporte. Es lamentable que ésta contribución cívica no haya sido reconocida, y de hecho ni siquiera se les haya invitado a la inauguración del sistema.

El Metrobús inicia su camino con severas deficiencias. Algunos argumentan que ningún sistema de éste tipo comienza su funcionamiento de manera óptima; sin embargo dudo que en otras experiencias se haya empezado con tantos problemas técnicos, de operación y de difusión. La línea base donde parte el Metrobús tiene que remontar números rojos.

Solamente en lo que se refiere a infraestructura urbana y seguridad peatonal, en el sistema continúa el comercio ambulante, los árboles que plantaron están secos, la mayoría de los pasos cebra no están pintados, el alumbrado público viene de los comercios o es para las vialidades y no para las banquetas, hay muy pocos semáforos peatonales, hay poca señalización que prevenga a automovilistas sobre pasos peatonales, las personas cruzan la calle en cualquier parte, las estaciones están inacabadas y no hay un amplio programa de información. En lo que se refiere a su operación, se hizo un mal cálculo de tiempo de espera y tiempo de traslado, la capacidad del sistema en su versión gratuita es insuficiente, casi el 2% de los bolardos del confinamiento está fracturado o roto, no está terminado el confinamiento, el carril es invadido por los autos y algunos microbuses siguen operando en la vialidad.

En una Ciudad como la de México, seguramente algunos aspectos de operación mejorarán con el tiempo; sin embargo, los vicios con los que empiece el sistema (que involucren al sector transportista, ambulantaje, invasión del espacio público e inseguridad) pueden persistir.

El Metrobús representa una importante contribución ambiental: permitirá reducir las emisiones de contaminantes a la atmósfera, y tiene el potencial de utilizar combustibles alternativos en el futuro. Además, a partir de su funcionamiento dejará de circular la obsoleta flota de microbuses que actualmente congestionan Insurgentes y será contribuirá en la disminución de emisiones de gases de efecto invernadero.

Por ello, la alta tecnología de los motores y la limpieza del combustible es indispensable para el cumplimiento de las metas ambientales. La participación de la Secretaría de Medio Ambiente en la implementación de dicha estrategia es fundamental. Lo demás debió haber quedado en manos de los expertos y competentes en transporte.

Organizaciones de la sociedad civil, académicos y especialistas en temas de transporte y desarrollo sustentable no dejan de señalar la falta de visión de las autoridades para desarrollar un sistema multimodal que no se limite a ofrecer un medio más de desplazamiento. El Metrobús pudo haber sido un proyecto de reingeniería urbana en el que el desarrollo urbano, el transporte y la protección ambiental planeados conjuntamente dieran origen a un nuevo concepto de ciudad para los ciudadanos, fortaleciendo aspectos de cultura vial, rescate del espacio público, seguridad pública y mejoramiento de la calidad de vida de la población.

También resulta cuestionable el hecho de que las autoridades del gobierno capitalino y de la UNAM no hayan logrado un acuerdo para que hubiera estaciones en Ciudad Universitaria, por lo que la trayectoria del Metrobús no integrará ni a la población estudiantil ni a la que tiene necesidad de viajar al sur.

Tampoco ha quedado clara la solución al problema de los valets parkings de los restaurantes que se ubican sobre Insurgentes y del proyecto de construir bahías en las aceras, que privilegia el paso de los automóviles en detrimento del peatón.

El Metrobús inicia su camino y con ello se abre la posibilidad para la Ciudad de privilegiar proyectos de alto impacto para mejorar la calidad de vida de los capitalinos. De este intento pueden surgir también otras propuestas que involucren el reordenamiento de nuestra metrópolis y la construcción de una ciudad para el goce de sus habitantes.

El éxito del Metrobús significará el éxito de un sistema de transporte económico, seguro y eficiente, no solo en el Distrito Federal, sino en otras ciudades del país y del mundo.

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1. Artículo publicado en el periódico Reforma el 10 de julio de 2005, en la sección Ciudad y Metrópoli
2. Diputada Independiente, ALDF

 


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